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La Gürtel golpea a Rajoy y Sánchez saca la daga

Artículo publicado en el diario Expansión el 28 de mayo de 2018.

Bárcenas, extesorero del PP, en el banquillo de la Audiencia Nacional.

Aunque esperada y previsible, la sentencia condenatoria sobre el caso Gürtel dictada por la Audiencia Nacional el pasado jueves ha dejado en mal lugar a esos analistas bursátiles que suelen recurrir al mantra de que los mercados descuentan el futuro anticipado por los agentes. Apenas habían transcurrido unas horas desde de la aprobación en el Congreso de los PGE, una circunstancia que parecía disipar la inestabilidad que amenazaba al Gobierno de Rajoy cuando el IBEX35 cambiaba bruscamente su orientación alcista y la prima de riesgo se desentumecía de su letargo invernal y saltaba la barrera psicológica de los 100 puntos básicos.

Montoro logra el respaldo del Congreso para aprobar los PGE l 24 de mayo de 2018.

Sánchez acababa de ordenar a su grupo en el Congreso registrar una moción de censura contra Rajoy, y Podemos y todas sus divergencias (IU, Compromís, Marea, etc.) se sumaban alborozados al jolgorio después de unos días en que la serrana vivienda adquirida por Iglesias, aquel revolucionario que hace no tanto alardeaba de tirar cocteles molotov a la sede del PP, había copado los titulares de los medios. Los partidos secesionistas catalanes (ERC, CDC-PDe-CAT) se apresuraban a plantar cruces y lazos correderos (amarillos) por los pasillos del Congreso a la espera de ver qué pieza caía en ellos. Y Ciudadanos destapaba el tarro del elixir milagroso (elecciones) que lo ha convertido en alternativa de gobierno sin haber gobernado una sola pedanía, y pedía a sus juveniles militantes prepararse para hacer buena la victoria que le auguran las últimas encuestas.

Rajoy tocado

Rajoy durante su comparecencia en rueda de prensa el 25 de mayo de 2018.

Que Rajoy saliera a dar la cara al finalizar el Consejo de Ministros del pasado viernes es la prueba fehaciente de que el Gobierno tiene plena conciencia de que la ya muy maltrecha línea de flotación del PP ha quedado seriamente tocada por el desenlace judicial de la trama y que su partido está más cerca de zozobrar que de iniciar una exitosa singladura para recoger el fruto de la recuperación económica. Ni el voto particular del presidente del Tribunal ni el hecho de que el PP sólo sea considerado responsable a título lucrativo por una cifra casi irrisoria, atemperan una sentencia que impone penas muy elevadas de cárcel a personas que desempeñaron importantes cargos orgánicos y representativos dentro del PP, y a las que se atribuye una larga y variada lista de delitos: prevaricación continuada, cohecho continuado, falsificación documental, malversación de caudales, fraude fiscal, etc.

Rajoy y Bárcenas, extesorero del PP.

Hasta ahora, la estrategia de Rajoy había sido minimizar los estragos tras cada golpe judicial y ordenar al piloto alejarse a toda máquina para poner agua de por medio. El problema con que se ha encontrado es que cada una de estas huidas en lugar de acercar al PP al abrigo de un puerto, lo ha ido adentrando en un laberinto de estrechos cada vez más angostos. Llueve sobre mojado y Rajoy no puede zafarse de la larga lista de cadáveres políticos que, además de los ahora condenados (Bárcenas, Crespo, Galeote, López Viejo, Molina, Sanchís, Sepúlveda, etc.), incluye a Rato, a Mata, a Zaplana, a Camps, a González,…, destacados dirigentes populares que, como Rajoy mismo, forjaron su carrera bajo la alargada sombra de Aznar. Algunos comentaristas y hasta militantes del PP recurren a la manida expresión ‘fin de ciclo’ para resumir la situación del partido.

Muy en los inicios del caso Gürtel (2 de marzo de 2009), escribí que si bien “nadie sabe cómo acabará la instrucción en curso en el terreno estrictamente judicial y resultaría una irresponsabilidad prejuzgar unos hechos todavía bastante confusos en muchos extremos… el PP haría bien, pasada las inminentes citas electorales, en poner fin a su angustiosa agonía y renovar a fondo sus cuadros y estrategias para afrontar con garantías las próximas elecciones generales”. Rajoy prefirió ignorar “los graves indicios que ya pesaban sobre las espaldas del Sr. Bárcenas, senador y tesorero del PP, y del Sr. Galeote, eurodiputado del PP” y  nos dejó una de sus frases más desafortunadas: “nadie podrá probar que no son inocentes”.

Rajoy y Fijoo celebrando la victoria en las elecciones gallegas.

Feijoo y Rajoy obtuvieron sendas victorias en las elecciones autonómicas de Galicia en 2009 y en las generales de 2011, respectivamente, y tras dos años durísimos, con la prima de riesgo disparada y la tasa de paro rozando el 27 %, el PP pudo empezar a sacar pecho cuando el PIB encadenó cuatro años de crecimiento sostenido y quedaron atrás las peores recesión y crisis financiera de las últimas décadas. El Rajoy victorioso de 2011 permitió que la marea negra se extendiera sin adoptar medidas drásticas y aunque su estrategia parecía dar buenos resultados, los jueces acabaron considerando probada la ‘no inocencia’ de destacados dirigentes del partido. Ahora, la muy positiva hoja de servicios que presenta Rajoy en el terreno económico resulta insuficiente para acallar los escándalos judiciales en que se ha visto inmerso.

El abrazo de Sánchez

Rajoy y Sánchez en La Moncloa.

He de confesar que me sorprendió sobremanera la cerrada defensa que hizo Sánchez del orden constitucional cuando visitó a Rajoy en La Moncloa hace unos días. Tanto me asombró que incluso me atreví a preguntarme en voz alta si el PSOE habría recuperado el sentido común. Ahora, me inclino a pensar que fue una táctica de distracción de quien ya tenía preparada la daga con la que pensaba asestar el golpe de gracia a Rajoy en cuanto se dictara la sentencia, una maniobra para evitar que pudiéramos reprocharle unos días después el apoyo que los secesionistas catalanes y vascos apoyaran su moción de censura. La pregunta que nos hacemos es a qué viene tanta prisa. Y la respuesta más plausible es que la urgencia de Sánchez obedece a la necesidad de dar este paso antes de que vea la luz la sentencia sobre los EREs en Andalucía que puede resultar tan demoledora para Sánchez y el PSOE como la del caso Gürtel lo está siendo para Rajoy y el PP. Sánchez se ha dicho: ahora o nunca.

Torra posando satisfecho con un lazo amarillo dispuesto a cazar a Sánchez.

El principal escollo a su sueño de alcanzar La Moncloa pasado mañana es la tozuda aritmética parlamentaria que, como hemos podido comprobar durante la tramitación de los PGE, exige maridajes muy desafortunados. Sánchez sólo cuenta con el apoyo de 156 diputados –los 85 diputados de su grupo (incluidos 7 diputados del PSC y 1 diputado de Nueva Canarias) y los 71 diputados de Podemos y sus divergencias–, y necesita 176 para convertirse en Presidente de España. Como de los restantes grupos sólo EH-Bildu (2 diputados) es prescindible, la pregunta que los ciudadanos nos hacemos no es qué nuevas concesiones tendrá que hacer Sánchez a las ya hechas por Rajoy al PNV para aprobar los Presupuestos, asunto nada baladí, sino qué razones pueden tener los diputados secesionistas de ERC (9) y CDC (8) para avalar a Sánchez.

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias posando antes de iniciar el debate el 13 de junio de 2016.

La foto de Sánchez con Iglesias puede resultar demoledora para el futuro del partido que ha representado la opción de gobierno socialdemócrata desde 1978. Pero su llegada a La Moncloa aupado por los secesionistas, cuando el gobierno de Torra y el Parlament de Cataluña pretenden restablecer la república, sería dar la estocada al partido refundado por González y Guerra en Suresnes. Sánchez no sólo no puede pactar con los partidos que dieron un golpe de estado el pasado otoño en Cataluña –algo tan obvio que hasta Calvo, secretaria de Igualdad del PSOE se apresuró a descartar a los racistas xenófobos–, es que Sánchez tiene que asegurarse su voto en contra, porque lo contrario significaría que ven más factible con Sánchez como Presidente repetir el golpe de estado.

Inestabilidad, riesgos y responsabilidad

Rivera, Sánchez e Iglesias, una coalición imposible e indeseable.

La única fórmula aceptable para que Sánchez alcance La Moncloa y refuerce la estabilidad política pasa porque Podemos y Ciudadanos lo apoyen, una tarea imposible. En cualquier otro escenario, la moción sólo servirá –incluso si fracasa– para aumentar la inestabilidad política, agravar la inseguridad jurídica y debilitar la recuperación económica. En la delicada situación actual de España, ningún político responsable plantearía una moción de censura, como ha hecho Sánchez, ni exigiría el adelanto electoral, como hace Rivera. Rajoy, aunque esté en horas bajas y en minoría, tiene la oportunidad de dirigirse a los españoles y explicarnos con todo lujo de detalles qué piensa hacer en los dos próximos años para fortalecer el Estado, para mantener la cohesión social y para renovar (y limpiar) su partido. Aproveche la que puede ser su última oportunidad de hacerlo.

Rajoy tras el no de Sánchez en el debate de investidura.

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