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Juan Carlos I: el rey Mago de la Transición

Artículo publicado en el diario El Economista el 6 de enero con el título «El Rey de la transición y la democracia».

Juan Carlos I, Rey de España: 1975-2014.

Felicidades, Majestad. 80 años como 37, la edad con que Juan Carlos fue proclamado Rey un lejano 22 de noviembre de 1975, sólo se cumplen una vez, pero la perspectiva vital es indudablemente muy distinta. Los españoles que hemos recorrido ya un gran trecho de nuestras vidas y tenemos, por decirlo benévolamente, cierta edad, hemos compartido con usted –cada uno en su lugar: usted como gran protagonista y la mayoría de nosotros como meros figurantes– el período más largo de libertad, concordia y prosperidad de nuestra Historia. Primero y único, me atrevería a decir. Sólo por ese logro tan trascendental, los españoles que ansiábamos que España se incorporara a la Europa democrática deberíamos tenerle una enorme gratitud.

Una incógnita real

Juan Carlos en el acto de proclamación como Príncipe de España en Las Cortes, junto a Franco. Abajo a la izquierda, aparece el vicepresidente de Gobierno Carrero Blanco, asesinado años después por la banda terrorista.

Permítame situarme en aquel de 20 de noviembre de 1975 en que el presidente Arias anunció entre lágrimas el fallecimiento del dictador. Muchos compatriotas lloraron su muerte y formaron interminables colas  para rendirle su último tributo. Entre quienes la celebraron, pocos, muy pocos si alguno, albergaban la esperanza de que España pudiera alcanzar la democracia en breve. En realidad, el Príncipe era para la inmensa mayoría de los españoles una gran incógnita, un completo desconocido. Los hombres del régimen confiaban en que habiendo sido educado a la sombra del dictador, Juan Carlos daría continuidad al régimen franquista. Y quienes aspiraban a implantar la democracia veían en el candidato elegido por Franco para sucederle más un obstáculo a sortear que un puente de plata. Ignorancia, tal vez, pero así se veían las cosas en 1975.

Juan Carlos, Torcuato Fernández Miranda, presidente del Consejo, y Adolfo Suàrez, jurando su cargo de presidente del Gobierno.

Tanto para unos como para otros, resultó una sorpresa mayúscula que en apenas dos años se celebraran en España las primeras elecciones libres en décadas, con participación de los dirigentes históricos del PCE recién llegados de su exilio en países soviéticos, y que España completara el tránsito de la dictadura a la democracia en 3 años y unos días, cuando el 8 de diciembre de 1978 los españoles refrendamos la Constitución aprobada en Las Cortes. Mucho se ha escrito sobre el papel que desempeñaron los tres principales protagonistas, Juan Carlos I, Fernández Miranda y Adolfo Suárez, y los líderes de la oposición, González, Fraga y Carrillo. Si bien todos ellos ayudaron a reconciliar a los dos bandos que hasta entonces habían helado el corazón de los españolitos que venían al mundo, hay que reconocer el decisivo papel que desempeñó Juan Carlos I marcando al piloto el rumbo.

El desafío de Tejero

El final de la Transición política se produjo con la victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982

La transición de la dictadura a la democracia se completó cuando  González ganó las elecciones de 1982 con mayoría absoluta y el PSOE, un partido socialdemócrata, tomó las riendas del gobierno de España. Ante el deterioro económico y los numerosos atentados de ETA, a algunos mandos militares les costaba entender que la democracia había llegado para quedarse e intentaron con el fracasado golpe militar de 1981 una vuelta al pasado sin éxito.

Juan Carlos I, en su alocución a los españoles el 21-F.

Todos recordamos junto a la violenta irrupción del teniente coronel Tejero, al mando de grupo de guardias civiles, en el hemiciclo del Congreso, las palabras del Rey en el conciso mensaje que emitió por TVE: “confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes del Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional”. El Rey obró como correspondía a un monarca constitucional, defendiendo la Constitución que ampara nuestros derechos individuales y colectivos y legitima a la Monarquía.

El Rey votando en el refrendo de la Constitución Española el 6 de diciembre de 1978.

Como una jugada maestra en ajedrez que desarbola al oponente, la velocidad y relativa tranquilidad con que se desarrolló la transición española siguen causando asombro a propios y a extraños. Desde entonces, Juan Carlos I mantuvo una elevada popularidad durante buena parte de los 39 años que estuvo al frente de la Jefatura del Estado, casi cuatro décadas en las que los españoles vivimos acontecimientos tan trascendentales como la adhesión a la CEE en 1986,

Juan Carlos en la firma del Tratado de Adhesión a la CEE

los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla en 1992, la constitución de la UE, la intensificación de las relaciones políticas y económicas con Iberoamérica, amén de notables éxitos científicos, culturales, deportivos, etc.

De los últimos años del reinado, empañados por algunas decisiones desacertadas del Monarca y el caso Noos, la decisión de abdicar en Felipe VI constituye un ejemplo más de su clarividencia política. Ahora, corresponde al hijo recordar, como en su día hizo el padre, que “es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional”. Felicidades y que cumpla muchos más.

Juan Carlos I abdica en su hijo Felipe que le sucedió con el nombre de Felipe VI.

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