«Daniel» ya es Daniel

Artículo publicado en Libertad Digital el 28 de marzo de 2011

Desde que el juez Tabarés, titular del juzgado número 6 de Barcelona, se hizo cargo (en comisión de servicios) hace unas semanas del mal llamado caso Palau, se ha producido –¡por fin¡– un vuelco en la causa separada que investiga la presunta financiación ilegal de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) entre 2001 y 2009. En un auto del 17 de marzo, el juez, a petición del fiscal, ha imputado, junto con los saqueadores confesos Fèlix Millet y Jordi Montull y la hija del último, Gemma Montull, a Daniel Osàcar, secretario personal de Artur Mas entre 2000 y 2005 y tesorero de CDC y de la Fundación Trías Fargas –rebautizada CatDem tras destaparse el escándalo– entre 2005 y 2010. En previsión de que la amenaza de su imputación se consumara, el Sr. Osàcar que ocupaba también el puesto de director del comité de campaña del Sr. Trias, aspirante de CDC a la alcaldía de Barcelona, presentó su dimisión en la primera reunión que celebró el comité ejecutivo de CDC el 13 pasado de diciembre, apenas dos semanas después de que el Sr. Mas ganara las elecciones autonómicas catalanas.

Otro de los imputados es Pedro Buenaventura, directivo de Ferrovial, la empresa constructora que presuntamente habría pagado comisiones a CDC, camufladas como patrocinio al Palau de la Música, en contraprestación por las importantes obras –remodelación y ampliación del Palau de la Música, construcción de la Ciudad de la Justicia y Línea 9 del metro, adjudicación de las obras y explotación del sistema de regadío Segarra-Garrigues, etc.– que le adjudicaron (junto a otras empresas no imputadas) los Gobiernos del Honorable Jordi Pujol cuando el Sr. Mas, actualmente presidente del Gobierno de la Generalitat, era consejero de Política Territorial y Obras Públicas (1995-97), consejero de Economía y Finanzas (1997-2001) y primer consejero (2001-03), y el Sr. Felip Puig, actualmente consejero de Interior, era consejero de Política Territorial y Obras Públicas (2001-03).

Tras casi dos años de una inexplicablemente parsimoniosa e ineficaz instrucción del caso por el juez Solaz, felizmente ascendido al desempeño de más altos encargos en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la decisión del juez Tabarés de imputar al tesorero de CDC viene a confirmar la tesis que he mantenido en varios artículos publicados desde el otoño de 2009: que el caso Palau era en realidad el caso CDC. A pesar de la inexplicable libertad de movimientos que otorgó el juez Solaz a los principales implicados tras la intervención del Palau en junio de 2009 y a los impedimentos que pusieron algunos de sus cómplices –todavía hoy al frente de la Fundació del Palau y Orfeó Català– para esclarecer los hechos, la documentación incautada demuestra que el Sr. Millet cumplía con diligencia sus funciones de recaudador, apremiando a su interlocutor en Ferrovial para que efectuara los desembolsos acordados (normalmente el 4% de la cuantía adjudicada) y destinando una parte (normalmente el 2,5%) de la cuantía recaudada a la Fundació Trias Fargas o a abonar las facturas giradas al Palau por algunas empresas (Letter Graphic, New Letter, Altraforma e Hispart) que prestaban sus servicios de mercadotecnia electoral a CDC.

La decisión del juez Tabarés de imputar a Daniel Osàcar deja claro que el misterioso «Daniel» con el que se reunía el Sr. Millet y al que entregaba sumas de dinero procedentes de comisiones cobradas a Ferrovial no era «un nombre en clave» –como falazmente declaró el hoy imputado ante la comisión que investigó el asunto en el Parlament de Cataluña en julio de 2010– sino Daniel Osàcar, mano derecha del Sr. Mas desde el año 2000 y tesorero de CDC y la Fundación Trias Fargas-CatDem desde 2005. Lo que no sabemos con certeza todavía es hasta qué punto están implicados sus jefes, Jordi Pujol y Artur Mas, en la trama de extorsión diseñada en torno al Palau de la Música y el Orfeó Català. En más de una ocasión a lo largo de los siete años en que estuvo en la oposición en el Parlament, se refirió el Sr. Mas a las duras pruebas a las que tuvo que sobreponerse durante su particular travesía del desierto antes de ver cumplido su sueño de regresar al confortable regazo del patio de las naranjas. Hoy, tenemos algo más clara la naturaleza de las adversidades que, según él mismo ha reconocido, le hicieron madurar y le ayudaron a forjarse su inquebrantable carácter: los agobios financieros por los que pasó el partido nacionalista catalán a medida que las obras adjudicadas por los gobiernos de Pujol hasta 2003 se iban finalizando y disminuía la ración de maná que alimentaba a sus inquietas huestes en las tórridas arenas.

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