Vuelta a la realidad tras la victoria del 9-J

Los resultados de las elecciones europeas el 9 de junio han venido a confirmar que el PP sigue una senda ascendente y los dos partidos socialistas que conforman la columna vertebral del gobierno de Sánchez, PSOE y PSC, logran resistir pese a la pérdida de respaldo en las urnas. El error de la última encuesta del CIS de Tezanos ha resultado (una vez más) clamoroso puesto que en lugar de la holgada mayoría de 3,0 puntos porcentuales que pronosticaba (32,4-29,4, empleando el valor medio de las horquillas de ambas formaciones) a favor del PSOE-PSC frente al PP, las urnas han otorgado una victoria de 4,09 puntos (34,38-30,29) a los populares.  Ni mucho menos se trata del único error de bulto de la encuesta preelectoral -igualmente clamorosa resulta la sobrestimación a favor de Sumar en la encuesta del CIS, 6,35%, frente a 4,65% en las urnas-, pero sí el más relevante si lo que pretendía Tezanos era insuflar ánimos a los votantes potenciales de los dos partidos socialistas.

Acotando el triunfo del PP

Al comparar los resultados del 9-J con los de 2019, los resultados del PP frente a sus rivales socialistas cobran incluso mayor dimensión: el PP con 5.963.074 suma 1.443.869 votos y obtiene 9 escaños más, en tanto el PSOE-PSC pierde 2.108.496 votos y se deja 1 escaño. Resulta interesante observar que el PSC en Cataluña sólo ha perdido 24.869 votos por lo que la caída conjunta, 2.108.496, cabe atribuirla casi exclusivamente a los malos resultados del PSOE de Sánchez en el resto de España. Ahora bien, aunque estos resultados confirman la recuperación notable del PP y permiten dar por superada la situación de desconcierto y debilidad extrema en que la moción de censura a Rajoy el 1 de junio de 2018 sumió al partido, no son tampoco para tirar las campanas al vuelo ni mucho menos.

Con relación a las elecciones europeas de 2019, la caída en el número de votos contabilizados 5.963.074, ha sido espectacular, al igual que el aumento registrado en la cifra de ciudadanos que decidieron abstenerse, 3.482.166. La conclusión no partidista que puede extraerse de estas cifras no invita precisamente a la euforia, puesto que, si bien el PP ha obtenido una nueva victoria electoral, puede afirmarse que no ha logrado atraer a buena parte del electorado que, pese a la aprobación de la Ley Orgánica de amnistía aprobada finalmente el 30 de mayo y los presuntos casos de corrupción que sobrevuelan sobre el PSOE de Sánchez (Tito Berni, Koldo-Ábalos-Armengol, Gómez-Sánchez y Sánchez-Castejón), 5.261.293 (732.366 en Cataluña) se mantuvieron fieles y muchos otros optaron por abstenerse o votar a partidos que no han obtenido representación en la Eurocámara. Para hacernos una idea más precisa de lo sucedido, basta con apuntar que el PP no ha logrado siquiera atraer a una parte de los 2.731.825 votantes que respaldaron a Ciudadanos en las elecciones europeas en 2019 y no lo han hecho en 2023.

Comprendo que los líderes del PP, por razones de imagen, hayan celebrado los buenos resultados como si realmente hubiera sido una victoria aplastante, un éxito histórico, y hayan exigido la convocatoria de elecciones generales, pese a que la diferencia en votos y escaños nada tiene que ver con el éxito aplastante, este sí, alcanzado por Regroupement National, el partido de Le Pen, con 30 escaños, frente a Besoin d’Europe, el partido de Macron, que obtuvo sólo 13, menos de la mitad.  Sánchez no va a convocar elecciones generales en España mientras cuente con el respaldo de Sumar-Podemos y los partidos secesionistas (Junts y ERC, EH Bildu y PNV, y BNG) que lo auparon a La Moncloa y, por ello, los líderes del PP harían bien en ponerse a trabajar en serio para seguir erosionando al PSOE de Sánchez: en Cataluña y resto de España, así como en la UE.

El secesionismo está de vuelta en Cataluña

La desobediencia del Parlamento de Cataluña al Tribunal Constitucional al permitir votar a diputados ausentes, la elección como presidente de la cámara de Rull,  exconsejero del prófugo condenado por sedición por el Tribunal Supremo, y la composición de la Mesa del Parlamento con mayoría de Junts y ERC vienen a demostrar que las concesiones políticas hechas por Sánchez a los secesionistas en la pasada legislatura para asegurarse su respaldo en el Congreso y la investidura el 15 de noviembre de 2023, indultos y amnistía, sólo han servido para insuflarles vida y devolverles el protagonismo político perdido desde 2017, y no augura nada bueno para la estabilidad política de Cataluña y España.

En las elecciones europeas, la abstención alcanzó en Cataluña la impresionante cifra 3.115.771, superando ampliamente la de votos contabilizados, 2.402.001, con un aumento notable de las abstenciones (910.259) y disminución (1.037.957) de votos contabilizados sobre las correspondientes cifras en 2019. Se trata de un dato que, además de poner en duda el europeísmo de la sociedad catalana, demuestra el elevado grado de desencanto entre los votantes de formaciones secesionistas, desde luego, pero también la escasa capacidad de los partidos constitucionalistas para ilusionar a los tres millones largos de abstencionistas. El ascenso del PP y Vox ha sido notable en Cataluña, sumando 153.707 y 79.760 votantes más, respectivamente, pero ni siquiera la suma de ambos (233.467) iguala los votos perdidos por Ciudadanos (281.125) entre 2019 y 2024. El secesionismo, por otra parte, está muy vivo pese a su fuerte caída en las urnas, y se dispone a aprovechar todas las cesiones extraídas a Sánchez para volver a tomar la iniciativa con el retorno del prófugo. La complicada tarea que tiene por delante el PP en Cataluña es recuperar el electorado constitucionalista que llevó a Ciudadanos a convertirse, con el respaldo de más de 1,1 millones de catalanes, en el partido más votado en diciembre de 2017.

¿Cuánto pesan la corrupción y la amnistía?

Los casos de corrupción del PSOE actualmente investigados por los tribunales de España y la UE van a seguir su curso y continuarán a buen seguro erosionando la imagen pública y el respaldo electoral de Sánchez. Pero no se puede ser ingenuo: 5.261.293 españoles respaldaron al PSOE-PSC el 9-J, sin importarles en exceso el incumplimiento flagrante de promesas electorales como la de que no gobernaría en coalición con Podemos, los cambios injustificados de opinión sobre la calificación jurídica de los delitos cometidos por los líderes secesionistas catalanes o sobre la imposibilidad de encajar la amnistía en nuestro ordenamiento constitucional, la  desvergüenza de Sánchez de sentarse a negociar con el prófugo de Waterloo su propia amnistía en Bruselas para ser investido presidente, y, en fin, la negativa a dar explicación alguna sobre los graves casos de corrupción que están siendo investigados por los tribunales.

Comprendo el respaldo al PSOE de Sánchez de los militantes que cobran un sueldo por su condición de leales, de los directores de medios de comunicación afines que reciben subvenciones y primicias, y hasta de quienes creen que votarle les asegura seguir cobrando prestaciones y ayudas, pero me sorprende el apoyo que recibe también de ciudadanos de a pie que se rasgarían las vestiduras en caso de que fueran los líderes del PP quienes hubieran incurrido en semejantes incoherencias políticas, llevado a término vergonzosas negociaciones con prófugos de la justicia para asegurarse la investidura, o pesaran sobre ellos casos de presunta corrupción tan graves como los que afectan al PSOE de Sánchez. Por ello, no puedo dejar de preguntarme a quién habrán votado el 9-J algunos líderes históricos del PSOE, algunos intelectuales y ciudadanos progresistas que incluso han llegado a manifestar públicamente su rechazo a los acuerdos cerrados con fuerzas políticas como Podemos y no se han cortado la lengua al posicionarse en contra de la amnistía. Debo ser de otra pasta porque su comportamiento me causa vergüenza ajena, como me la producía quienes defendían a Franco en la dictadura.

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