El daño ya está hecho, pero el futuro no está escrito

A la espera de la encuesta definitiva la noche del próximo domingo, todas las encuestas electorales publicadas (sondeos prohibidos incluidos) coinciden en dar como virtual ganador de las elecciones al PSC, si bien la mayoría de ellos apuntan a que Junts, desbancaría a ERC como primera fuerza secesionista y el prófugo de Waterloo recuperaría el liderazgo perdido tras su vergonzosa huida a Bélgica, pocas horas después de haber proclamado la independencia el 27-O y ordenado a sus consejeros ignorar su destitución e incorporarse a sus despachos oficiales el lunes. Salvo el CIS de Tezanos que confirma una tendencia ascendente del PSC entre las encuestas publicadas el 25 de marzo y el 6 de abril, y otorga todavía un empate técnico a Junts y ERC en la segunda, la mayoría de los sondeos coinciden en que el PSC no ha registrado avances apreciables en las últimas semanas mientras que Junts se le ha ido acercando en número de escaños y ha puesto tierra de por medio con ERC.

El rescate del prófugo

La remontada de Junts constituye una de las peores noticias que podíamos recibir los ciudadanos catalanes que manteníamos todavía viva la esperanza de que el Tribunal de Justicia de la UE ratificara la pérdida de su inmunidad como europarlamentario y pudiera ser extraditado y juzgado como cabecilla principal del golpe de estado perpetrado desde el mismo momento en que fue investido presidente del gobierno de la Generalidad el 10 de enero de 2016 hasta su destitución el viernes 27 de octubre de 2017 (27-O). Que el prófugo de Waterloo pueda regresar a España libre constituye, sin duda, el mayor atentado perpetrado a nuestro Estado de Derecho, puesto que deslegitima a todos los poderes que actuaron para detener el golpe de estado: al gobierno de España y al Senado que lo destituyeron el 27-O, y a los tribunales que instruyeron, juzgaron y sentenciaron a los cabecillas no fugados. Resulta difícil concebir un golpe más grave a nuestras instituciones democráticas que amnistiar y facilitar la vuelta a España de quien lideró, jaleó y financió el proceso de secesión, y no oculta su intención de volver a intentarlo de nuevo,  ahora con menos riesgo personal al haber eliminado el gobierno de Sánchez el delito de sedición y suavizado las penas por malversación en el Código Penal.

La amnistía y el escándalo de las mascarillas (caso Ábalos-Koldo) han lastrado la campaña del exministro de Sanidad de Sánchez y relanzado la campaña del prófugo. Illa se ha visto perseguido por el eco de sus palabras, cuando nos decía a los ciudadanos que “de amnistía y todo eso, nada. Lo repito: de amnistía y todo eso nada”. Tanto los partidos constitucionalistas, Ciudadanos, Vox y PP, como los partidos más beneficiados por la amnistía, ERC y Junts, se han encargado de recordárselo una y otra vez durante la campaña: los primeros, para reprocharle su falta de palabra, y los segundos para desacreditarle cuando afirma que no habrá referéndum de autodeterminación en Cataluña, porque, le recuerdan, acabará por aceptarlo como acabó por aceptar la amnistía. Al candidato del PSC, la presencia de Sánchez en campaña, como les ocurrió a otros barones socialistas, no le habrá ayudado a sacudirse las moscas cojoneras, porque el presidente fue incluso más lejos cuando se comprometió en el Congreso el 4 de noviembre de 2019 “a traerlo [¡al prófugo!] de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia”. Ahora se confirma que Sánchez pretende traerlo de vuelta a España, no para sentarlo en el banquillo, como prometió, sino para ponerle una alfombra roja.

El bote enviado por Sánchez a Bélgica para salvar al naufrago brindó al prófugo la posibilidad de subirse a bordo, hacerse con el timón de las negociaciones sobre la amnistía y presentarse ante los suyos como el único candidato capaz de tener agarrado a Sánchez por la pernera alta y conducirlos a la tierra prometida. Aragonès y ERC han demostrado su falta de perspicacia política al dar luz verde a la Proposición de Ley Orgánica de amnistía muy pronto, dejando en manos del prófugo todo el protagonismo hasta su aprobación final el 17 de marzo. ¿Qué pueden exhibir ellos para contrarrestar este éxito? Casi nada. ¿El compromiso de Sánchez de condonar 15.000 millones de deuda? ¿Amenazar a Sánchez con no aprobar los PGE si no negocia un sistema de financiación singular para Cataluña? ¿Qué exigirán la celebración de un referéndum pactado si gobiernan? Aragonès y los suyos han perdido unos años preciosos al frente del gobierno de la Generalidad para desacreditar al prófugo y no me extrañaría que se estén preguntado en qué mala hora decidieron adelantar las elecciones autonómicas.

No pierdan la esperanza

Para los catalanes constitucionalistas, el panorama político resulta poco alentador. Si atendemos a lo que pronostican las encuestas, el PP podría sobrepasar la decena de diputados, recuperando parte del terreno perdido tras haber respaldado a Mas entre 2010 y 2012, y Vox mantendría los 11 diputados que obtuvo en 2021. Magro consuelo puesto que la suma de ambos queda muy lejos del total obtenido por Ciudadanos (36) y PP (4) en 2017. Mientras el PSC continúe empecinado en alcanzar acuerdos con partidos abiertamente no constitucionalistas como ERC, Junts y CUP, y una fracción importante de la sociedad catalana siga respaldando al partido que dio el pistoletazo de salida al proceso secesionista entre 2003 y 2010, prestándose a elaborar un Estatuto tan marcadamente inconstitucional que, incluso tras las enmiendas aprobadas en el Congreso, el presidente Maragall llegó a jactarse de que Cataluña “puede hacer lo que quiera, en este momento… y lo haremos”. Y vaya si lo hicieron. Pregunten a Mas, Puigdemont, Junqueras, Torra y Aragonès. No les extrañe, por ello, que decenas de miles de ciudadanos con distintas ideologías hayan firmado un manifiesto pidiendo expresamente no votar a Illa por haber abandonado su partido la senda constitucionalista.

Más allá de los resultados y pactos postelectorales que puedan fraguarse tras el 12-M para controlar el gobierno de la Generalidad, la certeza incontestable es que el constitucionalismo en Cataluña está ingresado en la unidad de cuidados intensivos. El PP, el único partido de centro presente en toda España que nos queda a los catalanes, debería otorgar una alta prioridad y destinar más recursos a reforzar su presencia en Cataluña. Una vez superada la peligrosa situación en que quedó en 2021, con tan solo 3 diputados en un Parlamento de 135, urge diseñar una estrategia a medio plazo para asentarse en Cataluña, porque sin una mayor representación en la tercera CA por población y la segunda por importancia económica resulta muy difícil gobernar España y presentar una alternativa al proceso secesionista que, como acertadamente apuntó Fernández en el debate en TVE, ha traído a Cataluña decadencia en lugar de independencia.

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12-M: servicios públicos y pactos posstelectorales

Dediqué mi artículo de la semana pasada a tres asuntos que consideraba iban a jugar un papel importante en las elecciones autonómicas en Cataluña: amnistía, financiación e inmigración. No andaba muy desencaminado a la vista de lo ocurrido en el debate televisivo entre los candidatos de las ocho formaciones con representación en el Parlamento de Cataluña celebrado en TVE el 2 de mayo. Aunque es cierto que el primer bloque del debate estuvo dedicado a analizar el estado de los servicios públicos, el sistema de financiación y las infraestructuras ocuparon el segundo bloque y el tercero estuvo dedicado a la amnistía y al futuro político de Cataluña. Para cubrir el hueco dejado la semana pasada, voy a dedicar este artículo a resumir lo que los candidatos nos dijeron sobe la situación de los servicios públicos y los posibles pactos poselectorales que ocupo el cuarto bloque y en el que ninguno de los candidatos quiso mojarse.

¿Han mejorado los servicios públicos en Cataluña?

Aragonés (ERC) defendió la gestión desplegada por su gobierno -tenemos más sanitarios, más profesores y más mozos, y hemos topado el precio de los alquileres- y reprochó a Junts y a los Comunes-Sumar su falta de respaldo a unos presupuestos que podrían haber ayudado a seguir mejorando los servicios públicos. Rull (Junts) achacó su empeoramiento desde que Junts dejó el gobierno de la Generalidad, no a la falta de recursos, sino a la mala gestión y falta de liderazgo, poniendo el foco en los “demoledores” datos del último informe Pisa y los ataques de ERC a la escuela concertada, llegando en el colmo de la hipocresía a reprochar a ERC utilizar la educación con fines ideológicos al tiempo que reafirmaba su compromiso inquebrantable con la inmersión lingüística. Carrizosa (Ciudadanos) dedicó también buena parte de sus tres minutos al fracaso del modelo educativo que achacó a la inmersión lingüística, piedra angular del sistema educativo respaldado sin fisuras por CiU, PSC, ERC, Junts y los Comunes, y apuntó a la responsabilidad de los gobiernos de Aznar y Rajoy por dejar en un cajón los informes de la Alta Inspección.

Illa (PSC) habló de diez años perdidos con los gobiernos presididos por Mas, Puigdemont, Torra y Aragonés, y prometió aumentar las plantillas de servidores públicos, incluidos mozos de escuadra, completar la gratuidad de las guarderías (0-3 años) y construir 200.000 viviendas en siete años para cerrar el déficit actual. Fernández (PP) calificó también los últimos 10 años como una década perdida que ha traído a Cataluña no la independencia sino la decadencia y ha empeorado los servicios públicos, reprochó al candidato del PSC haber apoyado las políticas fracasadas del gobierno de Aragonés, para concluir que resulta “imprescindible abrir una etapa nueva en la que no pueden participar los mismos que nos han llevado a este atolladero”. Garriga (VOX) apuntó también a la mala gestión de los gobiernos tanto de Junts y el PSC, focalizando su intervención en el aumento de la inseguridad en Cataluña, una cuestión sobre la que volvió una y otra vez a lo largo del debate, viniera o no a cuento.

Albiach (Comunes-Sumar) reprochó también a Aragonès su autocomplacencia y el pacto secreto con Illa para impulsar el proyecto HardRock, reiterando la disposición de Comunes-Sumar a formar parte de un gobierno que mejore y extienda los servicios públicos a nuevos ámbitos (Odontología), sin molestarse en explicar cómo piensan hacerlo. Estrada (CUP-DT) centró su intervención en el estado de la sanidad pública y achacó su desmantelamiento, las listas de espera desbordadas y la falta de reconocimiento del personal sanitario a los recortes aplicados por los gobiernos de CiU que no se han revertido, olvidando mencionar que alguna responsabilidad tendrá la CUP que respaldó los gobiernos de la coalición Junts pel Sí entre 2015 y 2017, posibilitó el acceso de Torra a presidir el gobierno de la Generalidad en 2018, y sólo se negó a negociar los presupuestos de Torra no porque la CUP le preocuparan los recortes de servicios públicos, sino por considerar prioritario “recuperar músculo” en las calles, y mantener “el espíritu del 1 y el 3 de octubre”, al parecer traicionado por Torra.

¿Más competencias y recursos o mejor gestión?

Nadie puede esperar que alguien pueda hacer en tres minutos un diagnóstico medianamente serio sobre asuntos tan complejos y variados como la situación de la sanidad, la educación, la seguridad y la vivienda en Cataluña. Me temo que el espectador se marchó a la cama sin saber mucho más de lo que ya sabía sobre la gravedad de las deficiencias que presentan los servicios públicos, apuntadas por casi todos los candidatos, y las vagas propuestas avanzadas para superarlas. Debería, eso sí, resultarles preocupante que todos los partidos que han estado al frente del gobierno de la Generalidad (CDC-Junts, ERC, PSC, IUiA-Comuns-Sumar) desde 1993 hasta 2024, tres décadas, se culpen unos a otros de la situación actual, lamentable según reconocieron casi todos ellos, y su única receta para resolver los problemas creados mientras gobernaban sea aumentar aún más el gasto público e insistir en ahondar en un modelo de gestión de probada ineficacia y dudosa transparencia, a la luz de los numerosos casos de corrupción aflorados.

Más competencias y recursos para la Generalidad implica más puestos trabajo altamente remunerados en las Administraciones y los organismos públicos controlados por el gobierno en los que situar a políticos y simpatizantes, más control político sobre las empresas proveedoras de bienes y servicios, incluidos los medios de comunicación privados receptores de publicidad institucional, y, a la postre, más impuestos para los sufridos contribuyentes que ya soportan una  presión fiscal superior a la de la mayoría de Comunidades Autónomas. Como ya llamé la atención en otro artículo publicado en este diario hace casi cuatro años, la Generalidad de Cataluña es una Administración sobredimensionada y cara, y antes de seguir aumentando el gasto convendría revisar a fondo sus funciones y la gestión de los recursos.

El gobierno de la Generalidad ha recibido del Fondo de Liquidez Autonómica 142.421.9 millones (32,6 % del total distribuido) entre 2012 y abril de 2024, y ha acumulado una deuda que ascendía a 85.196,2 millones a finales de diciembre de 2023, según el Banco de España, siendo el Estado con un saldo de 74.508 millones su principal acreedor, una deuda que el gobierno catalán no tiene intención alguna de devolver, como demuestra su insistencia para acabar con el supuesto déficit fiscal (22.000 millones) y la supuesta deuda histórica (450.000 millones) contraída por el Estado con Cataluña. Podrán los políticos que han llevado las riendas del gobierno catalán en las últimas décadas (Pujol, Maragall, Montilla, Carod-Rovira, Mas, Junqueras, Torra, el prófugo y Aragonés) apuntarse algunos méritos como el 14-N y 1-O y haber logrado espantar a las empresas de Cataluña, no desde luego el de haber gestionado bien las finanzas de la CA de Cataluña.

Pactos postelectorales

Hay pocas dudas de que la mejora de los servicios públicos constituye un asunto menor en una elección en la que las encuestas sitúan a Junts y ERC por detrás del PSC. La intención de los dos partidos secesionistas es exprimir al máximo las ubres del Estado mientras tengan cogido a Sánchez por la pernera alta en el Congreso, de ahí la importancia de sopesar con cuidado a quién votamos el próximo 12-M. El PSC se ha mostrado abierto a pactar con los partidos secesionistas un gobierno trasversal presidido por Illa, pero el prófugo ya le ha respondido que naranjas de la China: él es el presidente legítimo de la Generalidad y debe ser restituido en el puesto del que fue arbitrariamente destituido el 27 de octubre de 2017 “para culminar el proceso independentista”. Por ello, votar al PSC nos devolvería a 2003, en caso de acabar pactando con ERC, o nos abocaría a una repetición de lo ocurrido en 2016 y 2017, si Illa, presionado por Sánchez, aceptara investir al prófugo.

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«He decidido seguir» (Ya lo sabíamos)

Concluidos los actos de adhesión fervorosa protagonizados por sus fieles aduladores en la calle Ferraz el pasado fin de semana, el presidente disipaba con estas palabras las dudas abiertas por él mismo sobre su inmediato futuro político. Lo asombroso es que tanta gente haya dado pábulo al interrogante que abrió la carta publicada el pasado miércoles en la que anunciaba su decisión de parar para reflexionar ante la operación de acoso y derribo que estaban sufriendo él y su familia por los partidos de la derecha y ultraderecha, y sus medios afines, incapaces de digerir los resultados de las elecciones generales celebradas el 23-J que le posibilitaron ser investido presidente del gobierno. “¿Merece la pena todo esto? Sinceramente no lo sé”, confesaba un atribulado Sánchez en su doliente misiva.

Terminada la farsa del retiro en familia, el consumado actor regresó al mundo cruzando los jardines del palacio la Moncloa al filo de las 11 de la mañana (“Buenas tardes”) para convertirse otra vez en el centro de atención de todos los medios de comunicación, esta vez no mediante una misiva sino en cuerpo presente, y reconfortar a los sobrecogidos ciudadanos que, con el alma en vilo, sobrellevaron como pudieron el doloroso trance durante estos cinco días inacabables. Me quedo con vosotros, vino a decirnos, no para aferrarme al poder con malas artes, sino para trabajar con firmeza en pro de la regeneración de la vida política, para revertir su imparable deterioro, y para movilizar “a la mayoría social por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza”. Ustedes conocen perfectamente a estas alturas de la película (van para seis años en sesión continua) cuáles son las artes y las recetas políticas de Sánchez para regenerar la vida política y recuperar la dignidad y el sentido común de la sociedad española. Sólo que ahora va a hacerlo fortalecido y si cabe con más fuerza.

Mano extendida hacia sus adversarios políticos para apuntarles con el dedo índice acusador y descalificarlos sin paliativos por representar a esa derecha y ultraderecha que enloda la vida política, y mano tendida a sus aliados circunstanciales que lo auparon a la Moncloa el 1 de junio de 2018, en una operación de acoso y derribo, cómo no, dignísima. Regenerar la vida política hubiera sido mantener que lo ocurrido en Cataluña en 2017 fue más rebelión que sedición y haber traído a España al prófugo de Waterloo para sentarlo en el banquillo, como prometió hacer Sánchez en  la tribuna del Congreso, no indultar a los líderes del proceso condenados por el Tribunal Supremo y mucho menos acordar con el prófugo en el ‘exilio’ una ley de amnistía que el propio Sánchez, sus ministros y los líderes del PSOE nos habían dicho no tenía cabida en la Constitución, porque, como nos expuso la vicepresidenta Calvo en el Senado, laminaría la independencia del poder judicial. Una infamia para asegurarse los siete votos de Junts que lo hicieron presidente del gobierno el 15 de noviembre pasado. No puede regenerar la vida política quien descalifica una y otra vez a los líderes de la oposición acusándoles de corruptos, indecentes y machistas, pretende erigir un muro frente a las derechas retrógradas, pero no tiene inconveniente en sentarse a negociar pactos de gobierno y leyes con EH Bildu, los herederos políticos de la banda terrorista ETA, la misma que hasta 2011 mataba y extorsionaba a los ciudadanos en el País Vasco. Otra infamia para asegurarse los seis votos de EH Bildu que lo hicieron presidente del gobierno.

Pero más allá de la retórica impostada, resulta de extrema gravedad que haya aprovechado su comparecencia en la sede de Presidencia para acusar a las derechas de enlodar la vida política inculcando odio hacia personas inocentes, difundiendo mentiras groseras y acusaciones insidiosas carentes de cualquier fundamento. ¿A qué viene toda esta sobreactuación? Si Begoña Gómez, la esposa del presidente, escribió cartas a organismos públicos respaldando la concesión de ayudas públicas a determinadas empresas que luego aportaron recursos al sostenimiento de sus actividades profesionales, y esos organismos, incluido el Consejo de ministros, proporcionaron ayudas públicas, a veces multimillonarias, a algunas de las empresas recomendadas por Gómez, lo menos que debería haber hecho el presidente es publicar un dossier detallando todas las operaciones en que intervino su esposa y compareciendo ante los medios para esclarecer los hechos.

Sánchez, haciendo gala de una inaudita dejación de responsabilidad como presidente, se ha negado a dar explicaciones hasta ahora, y preferido subirse al escenario monclovita para tratar de conmovernos con una actuación tramposa en extremo. Ningún español que conozco desea que las mujeres estén en su casa esperando la vuelta del trabajo del maridito, pero todos los ciudadanos, hombres y mujeres, tenemos derecho a saber cómo se utiliza el dinero público que sale de nuestros impuestos, incluidas las subvenciones públicas a empresas privadas, y muy especialmente cuando esas empresas apoyan las actividades profesionales de familiares de políticos en ejercicio, sean la mujer del presidente del gobierno o el marido de la concejal de Villanueva de Abajo. No hay ninguna operación de acoso y derribo en marcha contra el presidente y su familia, como pretende hacernos creer Sánchez, sino el legítimo deseo de regenerar nuestra vida política, una tarea a lo que, por cierto, va a ayudar muy poco que su gobierno acordara amnistiar a malversadores de fondos públicos y reducir las penas por malversación en el Código Penal.

Quiero, por último, llamar la atención sobre la apelación de Sánchez “a la conciencia colectiva de la sociedad española, una sociedad que, desde el acuerdo generoso, supo sobreponerse a las terribles y profundas heridas del peor de sus pasados”. La verdad es que produce rubor escuchar esta invocación al espíritu de la Transición en labios de quien ha convertido la acción política en un ejercicio permanente de sectarismo y enfrentamiento que recuerda precisamente lo peor de nuestro pasado y llevado la politización de todas las instituciones, organismos y empresas públicas a niveles “inimaginables hasta hace unos pocos años”. No cuela, no resulta creíble. En lugar de comprometerse a encontrar puntos de entendimiento con quienes obtuvieron el respaldo del 45,95 % de los ciudadanos españoles el 23-J, Sánchez prefiere atizar mandobles a las derechas retrógradas y entenderse con las minorías separatistas que representan al 5,97 % de votantes, a los que para no ofenderlos evito llamar españoles.

Permítanme decirles en dos palabras lo que pienso sobre este asunto: la decisión de seguir estaba tomada antes incluso de que Sánchez escribiera la doliente cartita. Deseo y espero que los efectos de la puesta en escena del melodrama “Begoña en la hoguera” resulten efímeros y los ciudadanos realmente deseosos de preservar la convivencia se mantengan alertas porque el daño causado a nuestras instituciones políticas aumenta con cada día que pasa en la Moncloa, y el presidente parece estar más dispuesto que nunca a resistir y hasta a llevar a los suyos a la guerra con la excusa de defender la honorabilidad de los negocios de la familia.

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12-M: amnistía, financiación e inmigración

Hay pocas dudas de que la suerte de los catalanes en las elecciones del próximo 12 de mayo (12-M) penden de los resultados que obtengan Junts, el partido que lidera el prófugo de Waterloo y el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) con Illa, exministro de Sanidad de Sánchez durante la pandemia, y secretario general del partido, a la cabeza. ERC tiene en esta película un papel claramente secundario y más complejo de valorar por el electorado, ya que si bien muchos de sus posicionamientos políticos se encuentran más próximos al PSC que a Junts, los republicanos están obligados a mostrarse muy firmes en el tema de la autodeterminación para restar protagonismo al prófugo y a sus siete diputados que han sabido apretar al máximo a Sánchez en el Congreso desde las elecciones del 23-J, jugando una y otra vez la baza de dejarlo caer si no accede a sus exigencias de máximos.

Tampoco hay muchas dudas sobre cuáles son las cuestiones que van a agitar los dos principales partidos secesionistas durante las dos semanas de campaña que nos esperan. En primer lugar, ERC y Junts van a intentar atribuirse el mérito de haber arrancado al grupo socialista en el Congreso, formado por el PSOE y PSC, la presentación de la proposición de Ley Orgánica de Amnistía que borra todos los actos delictivos (incluidos la malversación de fondos públicos y los actos terroristas) relacionados con el proceso de secesión vivido en Cataluña entre 2012 y 2023, y lo que resulta incluso más grave, desde mi punto de vista, deslegitima todas las acciones desplegadas por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado para atajar el proceso de secesión culminado el 27 de octubre de 2017 con la constitución de la república catalana como estado independiente.

Para el electorado constitucionalista, la ley de amnistía constituye un golpe tremendo a nuestro “Estado social y democrático de derecho” del que el PSC de Illa es tan responsable como el PSC de Montilla lo fue cuando declaró en una comparecencia oficial que “el tribunal Constitucional está lamentablemente desacreditado y moralmente deslegitimado” y convocó a los catalanes a manifestarse el 10 de julio de 2010 para mostrar su indignación contra la sentencia del alto tribunal sobre el Estatuto y prender la mecha del proceso secesionista en Cataluña. Para el electorado independentista, se trata, por el contrario, de un gran éxito, pese a que la implementación de la ley, caso de que acabe siendo aprobada en el Congreso tras su previsible rechazo en el Senado, pueda quedar atascada en los tribunales españoles y europeos. Las emociones, que no los programas, son las que acaban decidiendo los votos de los ciudadanos y la gran pregunta es cómo va a influir la elevada carga emocional de la amnistía en el voto de los catalanes.

El cambio de 180 grados en la posición de Illa sobre la amnistía, desde su afirmación tajante de “ni amnistía ni nada de eso, lo repito, ni amnistía ni nada de eso” a defender sin rubor alguno que “esos mismos valores nos llevan hoy a defender una amnistía”, no debería en buena lógica ayudarle a ganar votos en el electorado constitucionalista, especialmente entre quienes votaron a Ciudadanos en elecciones anteriores, siempre despreciados por los líderes del PSC desde la irrupción del partido naranja en el Parlamento en noviembre de 2006. Los constitucionalistas no pueden respaldar a un partido de miras tan estrechas que ni siquiera contempló la posibilidad de entablar conversaciones con Ciudadanos para investir a Arrimadas tras su histórica victoria electoral en diciembre de 2017, y se prestó en cambio a ser la muleta de ERC desde que Aragonés excluyó de su gobierno a los consejeros de Junts en septiembre de 2022. Los únicos votantes que el PSC podría atraer son los de los independentistas desencantados.

En cuanto a la pugna que mantienen los dos principales partidos independentistas, podría pensarse que el partido del prófugo saca claramente ventaja a ERC, porque supo jugar sus bazas con bastante más pericia que Aragonès y Junqueras tras el 23-J, y se negó a aprobar la proposición de ley de amnistía en una primera votación en el Congreso para ganar protagonismo, pese a haberla acordado y redactado en las reuniones mantenidas con Cerdán, número tres del PSOE, en Bruselas y Ginebra. El prófugo apretó a Sánchez al máximo y promete a los suyos seguir haciéndolo en el futuro, pero lo cierto es que la sobreactuación de Junts en el Congreso no se ha dejado apenas notar en los sondeos electorales realizados desde de mediados de marzo, ni parece que vaya a alterar sustancialmente el reparto del voto entre las dos formaciones que compiten por un espacio electoral que, a pesar de la amnistía, continúa contrayéndose.

Hay otros dos asuntos de calado que van también a hacerse un hueco en esta campaña: obtener una financiación singular para Cataluña y la transferencia al gobierno de la Generalidad de las competencias del Estado en materia de control de fronteras e inmigración. Más, consejera de Economía, presentó el pasado 19 de marzo al resto del gobierno de la Generalidad la propuesta formal del gobierno de Aragonès para recaudar todos “los impuestos generados en territorio catalán… dejar atrás décadas de injusticia” y acabar con un déficit fiscal que cuantificó en 20.000 millones anuales. Se trata de un planteamiento que no excluye realizar una aportación al Estado, similar al cupo vasco, en concepto de cuota de solidaridad interterritorial. Aunque el propio Aragonès defendió la propuesta en Madrid un día después, los ciudadanos catalanes harán bien en desconfiar de un planteamiento hecho a última hora y acogido con suma frialdad por el gobierno de España que reiteró su prioridad de reformar el sistema de financiación de las Comunidades de régimen común. Junts, para no quedarse atrás, exige también recaudar todos los impuestos y cifra en 450.00 millones la deuda histórica de España con Cataluña. Ahí es nada. Cualquier ciudadano con dos dedos de frente, incluso la ministra Montero, sabe muy bien que el pastor no debe poner al lobo a guardar el rebaño y eso es exactamente lo que supondría cederle al gobierno de la Generalidad el control de la caja. Porque, digámoslo claro, no esperen solidaridad alguna de quienes denigran a los españoles y su cultura una vez logren hacerse con la caja.

Otra cuestión que puede pesar al depositar el voto en las urnas el 12-M es la reclamación de transferir a la Generalidad todas las competencias sobre el control de las fronteras, inmigración incluida. Más allá del aumento de recursos que supondría, la cuestión tiene gran importancia simbólica puesto que el control de las fronteras constituye una de las funciones definitorias de cualquier Estado soberano. Las posiciones xenófobas del abuelo (Pujol) y el padrino (Torra) del prófugo sobre los inmigrantes están bien documentadas, pero no creo que asociar inmigración con delincuencia, como ha hecho Junts, ni alardear de haber pactado con Sánchez una nueva ley orgánica que nadie ha visto, vayan a reportarle a Junts demasiado rédito electoral. Y es que al hijastro de Torra le ha salido un competidor muy duro que puede llevarse el gato al agua y restarle varios diputados: Aliança Catalana. El partido de Orriols es un rabioso defensor de la declaración unilateral de independencia y se opone a aceptar inmigrantes que no beneficien a la sociedad y cultura catalanas.

Cabe pensar que los votantes independentistas tendrán en cuenta al decidir su voto quién desprecia más a los españoles y está más decidido a utilizar todos los resortes para conducirlos a la tierra prometida tras un peregrinaje de varios siglos: la ansiada e inasible independencia de Cataluña. El prófugo se postula como el único candidato fiable para ser el Moisés en esta película truculenta. Sin embargo, resulta igualmente plausible pensar que el baño de realismo que supuso el fracaso del 27-O y la huida vergonzante del conductor en el maletero de un vehículo hayan servido para darles un baño de realismo y desconfiar de las bravuconadas del prófugo y su pequeña corte de aduladores irredentos. Los barómetros del CEO apuntan a que el respaldo a la independencia de Cataluña ha perdido bastante terreno desde 2017 y sugiere que los partidos independentistas compiten por atraer a un electorado menguante, una indicación de que cada vez son más los catalanes que ven inalcanzable alcanzar la independencia en el futuro previsible. El panorama, no obstante, continúa siendo muy preocupante porque no podemos olvidar que los gobiernos tripartitos liderados por el PSC fueron la fábrica de independentistas y su repetición podría reavivar el proceso secesionista en pocos años.

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El PNV es un partido xenófobo, taimado e insolidario

Incluso los partidos políticos de más corta trayectoria han protagonizado episodios poco edificantes y los vemos intentar diluir sus responsabilidades rebautizándose para poner tierra de por medio y desviar la atención de los delitos de sus dirigentes, sin reconocerlos expresamente casi nunca ni desmarcarse completamente de las ‘esencias’ más ramplonas y viciosas que los nutrieron. Convergencia Democràtica de Catalunya (CDC) ilustra perfectamente el caso de un partido relativamente joven, surgido durante la Transición a la democracia en España y ya desaparecido, que llegó a ser la columna vertebral del gobierno autonómico en Cataluña entre 1980 y 2003. Desde entonces, la formación ha sufrido diversas transmutaciones y divisiones en un intento de pasar página a los episodios de enriquecimiento desmedido de su fundador y su clan familiar al completo, así como a la financiación irregular del partido a través de fundaciones de nombre igualmente cambiante. ¿Recuerdan el caso Palau y sus derivadas? A pesar de las trasmutaciones, hay pocas dudas de que Junts per Catalunya, tanto por el carácter personalista impreso por su fundador, amamantado en CDC, como por su trayectoria corrupta, es, sin duda, el heredero ‘legítimo’ del partido fundado por Pujol

El caso del PNV (o EAJ-PNV, como les gusta llamarse), pese a los lazos fraternales forjados con CDC en la época de Pujol y Arzallus, presenta una trayectoria histórica mucho más dilatada y ha mantenido sus siglas desde 1895 y superado el desgajamiento de Eusko Alkartasuna (EA) y la paulatina absorción del partido de Garaicoetxea en Bildu, una coalición de partidos próximos a ETA cuyo peso no ha cesado de crecer en el País Vasco desde que la banda terrorista anunciara el “cese definitivo de la lucha armada” el 20 de octubre de 2011. Desde la recuperación de la democracia en España, el PNV ha estado al frente del gobierno vasco casi sin interrupción (Garaikoetxa, 1980-1986, Ardanza, 1986-1998, Ibarretxe,1999-2009, y Urkullu, 2012-2024), con apoyo de EA en unas ocasiones o del Partido Socialista de Euskadi (PSE) en otras. Pero si como las encuestas sugieren EH Bildu supera en votos y escaños al PNV en las elecciones autonómicas del 21 de abril, el respaldo del PSE al PNV para mantener la presidencia del gobierno vasco puede poner en riesgo el apoyo de los seis diputados con que cuenta Bildu en el Congreso y poner fin con ello a la XV Legislatura.

El PNV y la identidad vasca

Fundado por Sabino Arana en 1895, un personaje integrista religioso y racista confeso, se ha considerado desde su fundación el representante natural del pueblo vasco cuyas características singulares, según nos cuenta el propio PNV en su página de internet, “comenzaron a desarrollarse en el mismo lugar que actualmente habitan, las vertientes norte y sur de los Pirineos occidentales. Fue un resultado de la adaptación del hombre de Cro-Magnon”. Aunque obligados a reconocer que no contaron con estructuras políticas propias, salvo en el Reino de Navarra (donde curiosamente el PNV goza de menor implantación) “que aún (sic) así no logró aglutinar a todos los vascos ni en su momento de mayor auge”, los habitantes de estos Territorios “se dotaron de una peculiar organización política, una ley consuetudinaria concretada de forma escrita al terminar la Edad Media, en sus Fueros respectivos”, y gozaron de privilegios que, en otros territorios, estaban circunscritos a la nobleza. Ahí es nada.

La organización social y política de estos territorios no sólo sirvió de inspiración a los librepensadores europeos y a los constitucionalistas americanos, según nos cuenta el PNV; sino que pueden con todo derecho tipificarse políticamente hablando como “repúblicas libres y soberanas” que elegían o pactaban con sus Señores, pero “si el señor rompía el pacto la república volvía a la plenitud de su soberanía originaria”. Así fue hasta que “el final del Antiguo Régimen en el Estado francés supuso a finales del XVIII la abolición por la fuerza de los Fueros de los territorios vascos continentales. Proceso que, de forma paulatina, y a lo largo del XIX, se daría igualmente en los territorios vascos peninsulares”. Así sintetiza el PNV la historia del pueblo vasco en la que el PNV emerge en 1895 como “un movimiento políticamente estructurado” para hacer frente a “la transformación brusca de la forma de vida y de gobierno de los vascos”.

Estamos ante una deformación incoherente y bastante trasnochada de la historia utilizada por el PNV como coartada para reclamar en 2024 la independencia de las tres provincias vascas. Incoherente porque no reclama la constitución de varias “repúblicas libres y soberanas” al Norte y al Sur de los Pirineos occidentales, como correspondería a su relato idealizado (en el mejor de los casos) del pasado, sino que se pretende constituir una entidad única donde se aglutinen de momento todos los peninsulares de la nación, incluida la Comunidad Foral de Navarra a pesar de que el propio PNV reconoce la inexistencia de tal unidad política a lo largo de los siglos. Y un tanto trasnochada y falaz porque esta visión localista, propia del pensamiento carlista que gozó de gran predicamento en las provincias vascas en el siglo XIX, se compadece mal con las afirmaciones de que “el nacionalismo democrático vasco ha participado en casi todos los foros y organismos que se han tomado, en serio, la idea de una Europa Unida” y apuesta hoy por “una Europa Federal unida y con futuro”. Y eso no es cierto porque el PNV siempre ha apostado por una Europa de los Pueblos.

La deformación ideológica presente en este relato pseudohistórico otorga un papel central a un supuesto conflicto secular entre vizcaínos y españoles desde al menos el siglo XVIII en adelante y puede quizá estar en la raíz de algunos posicionamientos del PNV ya en el siglo XX. Como la ambigüedad de los líderes peneuvistas ante el alzamiento militar en julio de 1936 y el escaso compromiso mostrado por el gobierno vasco en defensa de la II República durante la Guerra Civil, un conflicto que los nacionalistas consideraban “ajeno a la dinámica y realidades vascas, y como una suerte de intoxicación española”. La prioridad del PNV entre octubre de 1936 y junio de 1937 fue poner en marcha una administración propia, independiente del gobierno de la República, y establecer el Ejército de Euzkadi, asimismo independiente del ejército republicano. Quizá explique también el intento fallido de negociar una paz por separado con el gobierno de Mussolini (Pacto de Santoña) para salvar a los gudaris de los batallones controlados por el PNV (Euzko Gudarostea), y hasta la alocada tentativa de aproximarse a los mandos del III Reich en la Francia ocupada con la vana esperanza de extraer alguna concesión territorial inconfesable: la unificación de la nación vasca al Norte y al Sur de los Pirineos bajo la tutela del régimen de Hitler.

Ni el proceso de mestizaje de la sociedad vasca, resultado de la industrialización en el último tercio del siglo XIX y la llegada de inmigrantes del resto de provincias españolas (maquetos) para trabajar en minas y factorías, ni la creciente prosperidad económica de otras regiones españolas en la segunda mitad del siglo XX y la instauración de la democracia en España tras la muerte de Franco, han hecho desaparecer la desafección institucional y el desapego de los líderes del PNV hacia todo lo suene o huela a español. Los líderes socialistas y populares prefirieron olvidar que el PNV no votó la Constitución en Las Cortes y aconsejó a sus votantes abstenerse en el referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978 para ratificarla, y han aceptado  fijar con opacidad su aportación del gobierno vasco al sostenimiento del Estado (cupo vasco) en términos muy favorable para el primero. Hoy como antaño, lo que ocurre en España y sucede a los españoles sólo importa en la medida en que afecta al bienestar del ‘pueblo’ vasco y posibilita a su gobierno acrecentar los privilegios económicos de que ya goza.

Esta desafección e indiferencia ante todo lo que huela o suene a España podría ser la clave para comprender el apoyo prestado por el PNV a la moción de censura presentada por el PSOE de Sánchez contra el gobierno de Rajoy el 31 de mayo de 2018, pocos días después de haber respaldado los Presupuestos Generales del Estado presentados por el PP. No echen en saco roto aquello de que los vascos “elegían o pactaban con sus Señores”, pero “si el señor rompía el pacto la república volvía a la plenitud de su soberanía originaria”. Seguro que algunos pactos debieron incumplir los gobiernos de la II República, de Franco y de Rajoy para que los nacionalistas vascos decidieran recuperar sus particulares repúblicas y soberanía originaria en tantas y variopintas circunstancias y con Señores tan distintos. En el fondo, todo se reduce a una máxima muy sencilla: cuanto más débil sea el señor mejor les irá a las repúblicas vascas. Hala: saquen la gabarra y paseen triunfales por la ría la Copa del Rey de las Españas.

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Resultados electorales y la tragedia del País Vasco

El cansancio político se deja sentir entre los ciudadanos cuya capacidad de aguante se encuentra ya al límite. Como los acalambrados futbolistas miran ansiosos el cronómetro en las prórrogas de los partidos, así miramos el calendario los ciudadanos ansiosos por llegar la final de un ciclo electoral que se inició con las elecciones municipales y autonómicas celebradas el 27 de mayo (27-M) de 2023 y no tiene visos de acabar nunca. Los malos resultados cosechados por el PSOE-PSC el 27-M indujeron al presidente Sánchez a anticipar las elecciones generales para frenar el deterioro, recomponer sus alianzas con los partidos que lo auparon a La Moncloa el 1 de junio de 2018, y prolongar su estancia en La Moncloa.

Pendiente de sus avalistas

Pero los resultados electorales del pasado 23 de julio (23-J) vinieron a confirmar la derrota del 27-M y nos abocaron a soportar dos sesiones de investidura al término del tórrido verano. La primera, protagonizada por Feijóo ganador de las elecciones del 23-J, tuvo lugar los días 26-27 de septiembre y resultó, como era previsible, fallida, al contar únicamente con el respaldo de VOX, UPN y CC. No ocurrió así con la de Sánchez quien, tras negociar con el prófugo de Waterloo una ley de amnistía para borrar todos los delitos relacionados con el proceso secesionista cometidos entre 2012 y el 13 de noviembre de 2023, logró salir investido el 16 de noviembre tras registrar tres días antes en el Congreso la vergonzante Proposición de Ley Orgánica de Amnistía, rechazada casi unánimemente por jueces y fiscales y vista con mucho recelo en la UE. Investidura a cambio de amnistía se ha dicho con razón y comparto la opinión de quienes consideran que esta norma, flagrantemente contraria al imperio de la ley, no llegará a aplicarse nunca.

Con el gobierno de Sánchez pendiente de los movimientos de cada uno de sus múltiples avalistas afrontamos las dos nuevas citas electorales, el 21 de abril (21-A) en el País Vasco y 12 de mayo (12-M) en Cataluña. Más allá de las consecuencias que puedan tener sobre la conformación de los próximos gobiernos autonómicos, la competencia entre EH Bildu y PNV, en el primer caso, y ERC y Junts, en el segundo, nadie duda que pueden resultar también cruciales para el devenir del gobierno de Sánchez en los próximos meses, cuya suerte pende de demasiados hilos controlados por fuerzas políticas que compiten entre sí por ser hegemónicas en sus Comunidades y han dejado siempre muy claro que su apoyo a Sánchez es circunstancial e interesado. Todas ellas comparten el principio de que España y su gobierno son asuntos ajenos a vascos y catalanes y sólo les conciernen en la medida en que pueden extraer ventajas para establecer, en el mejor de los casos, un estado confederal.

Encuestas electorales en el País Vasco

El 10 de abril, el CIS publicaba los resultados de una encuesta electoral (realizada entre el 18 y 22 de marzo) que otorgaba a EH Bildu una ligera ventaja (34,2 % -35,1 %) de los votos sobre el PNV (32,6 % – 33,5 %), situaba al PSE-PSOE en tercera posición (13,3 % -14,1 %) y al PP (6,7 % – 7,0 %) en cuarta. A la vista de lo ocurrido en Galicia, resultaría aventurado otorgar demasiada confianza a las estimaciones de un CIS atenazado desde hace años, si bien hay alguna otra encuesta que apunta la posibilidad de que se produzca el temido zarpazo de EH Bildu (véase, Gráfico 1). En todo caso, a los más racionalistas quizá les llame la atención que una ligera mayoría de los encuestados prefiera que el PNV sea el partido que gane las elecciones (29,9 % frente a 29,0 % EH Bildu), que Pradales, candidato del PNV, sea el preferido para ser investido Lendakari (28,2 %) frente a Otxandiano (26,8 %), pero que el candidato de EH Bildu supere ligeramente en valoración (5,51) a Pradales (5,47). La pugna está desde luego entre las dos formaciones nacional-secesionistas, muy igualadas, y quien acabe al frente del gobierno va a depender, casi con toda seguridad, de cuál sea el partido al que PSE-PSOE preste su apoyo.

La disputa mediática entre los líderes del PNV y EH Bildu por hacerse con el gobierno de Vitoria ha sido especialmente cínica y cobarde durante la campaña electoral. El PNV, firmante del pacto de Estella en 1998 con Herri Batasuna y algunas otras organizaciones sindicales afines a la banda terrorista ETA, reconocía en ese documento “la naturaleza política” del conflicto y sostenía “consecuentemente, que también su resolución ha de ser política”. Ahí, si no antes, comenzó el proceso de blanqueamiento de la banda terrorista por parte de los líderes del PNV que ahora se enfrentan a la posibilidad de que los herederos políticos de ETA le quiten algo que ellos entienden les corresponde por derecho natural: el liderazgo del auténtico pueblo vasco. Quiero recordar que el partido político Herri Batasuna, firmante del pacto de Estella junto al PNV, fue ilegalizado por el Tribunal Supremo el 27 de marzo de 2003 por su vinculación con la banda terrorista ETA. ¿Cómo pueden achacar a los líderes de Bildu que no condenen a ETA quienes no tuvieron ningún inconveniente en firmar un pacto con Batasuna que enmarcaba el terrorismo de ETA dentro de un supuesto conflicto político y demandaba que su resolución fuera igualmente política?

Gráfico 1. Resultados de las encuestas electorales en el País Vasco

Fuente: laSexta.

Bildu, blanqueador de ETA

Para EH Bildu, todas las actividades de ETA incluida la lucha armada en todas sus variantes y los centenares de crímenes colectivos e individuales perpetrados por la banda durante décadas, forman parte de ese conflicto político secular entre España y Euskadi. Así lo entendieron los brazos políticos de la banda terrorista hasta la disolución definitiva de ésta en 2018, incluidos sus herederos políticos, la coalición EH Bildu, desde que la banda anunció el abandono definitivo de la lucha armada el 20 de octubre de 2011. ¡Cómo puede Pradales reprocharle a Otxandiano que califique a ETA de “grupo armado” y tener el cuajo de recordarnos que él cabeza de lista de Bildu tiene una «asignatura ética pendiente desde hace años», a saber, condenar a toro pasado a la banda! Sres. del PNV: el terrorismo de ETA había que condenarlo cuando ETA mataba y extorsionaba, cuando ustedes firmaron el Pacto de Estella con Herri Batasuna en 1998. ¡Han tardado mucho tiempo en echárselo en cara!

Nadie debiera escandalizarse porque EH Bildu homenajee a los etarras condenados por terrorismo cuando abandonan las cárceles españolas ni rasgarse las vestiduras cuando incluyen a antiguos miembros de la banda en sus listas electorales. Para los militantes de Herri Batasuna y Batasuna en los años de plomo, como para los líderes de EH Bildu ahora, ETA fue una organización históricamente necesaria para desatascar el secular conflicto político y avanzar hacia la recuperación de la soberanía originaria del pueblo vasco. Lo que para las fuerzas de ocupación y los partidos españolistas fueron asesinatos y secuestros execrables, para ETA y su entorno no dejan de ser víctimas de la lucha armada librada por los heroicos gudaris vascos contra las fuerzas de ocupación españolas.

Responsabilidad de Sánchez

La tragedia del pueblo vasco no radica en que estas elecciones acaben ganándolas el PNV o EH Bildu -aunque que lo haga uno u otro no deja de tener su importancia-, sino que uno de los dos vaya a ganarlas. Que EH Bildu tenga posibilidades de convertirse en la primera fuerza política da una idea de la degradación moral en que el terrorismo y la extorsión de ETA, por una parte, y la acción de gobierno del PNV, por otra, han sumido a la sociedad vasca. Y que acabe en segundo lugar, pisándole los talones al PNV, sólo puede servir de consuelo a quienes, como Sánchez, consideran algo más presentable para los suyos apoyar a Pradales que a Otxandiano en Vitoria. Una actitud, todo sea dicho, cínica en extremo. El PSOE de Sánchez no puede echarle en cara a Bildu su desprecio a las víctimas en esta campaña electoral y considerarlos al mismo tiempo socios prioritarios en el Congreso para seguir en La Moncloa.

Que quienes han rechazado inequívocamente el orden constitucional que refrendamos los españoles el 6 de diciembre de 1978 y se han valido durante décadas de todos los medios a su alcance, terrorismo incluido, para derribarlo hayan sido, sean y vayan a seguir siendo, si así lo consideran conveniente ellos, socios prioritarios de los gobiernos de Sánchez, dice también mucho sobre la degradación moral en que este personaje ha sumido al PSOE, al gobierno de España y al Congreso. A las víctimas, Sr. Sánchez, ETA y su entorno no las despreciaban, las asesinaban, y considerar a Bildu una fuerza progresista es una infamia que inhabilita como político a quien lo hace. A usted, Sr. Sánchez.

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La legislatura no está blindada (bis)

Así se titulaba mi artículo publicado en este diario el pasado 11 de noviembre y cada día que pasa mi augurio cobra mayor fuerza a pesar de los torvos esfuerzos del ‘doctor’ Sánchez por ignorar su derrota en las urnas, a pesar de las humillantes idas y venidas de sus emisarios a Bruselas y Barcelona para acordar una Ley Orgánica de Amnistía (LOA) a medida del prófugo y demás golpistas para ser investido presidente, a pesar de su utilización vicaria del Congreso para poner en marcha una comisión de investigación cuyo único objetivo es evadir las responsabilidades políticas de su gobierno en la funesta gestión de la pandemia y confundir a un electorado anestesiado con sus continuos engaños. No deja de ser sorprendente que algunos ciudadanos, cada vez menos es cierto, sigan respaldando en las urnas a un hombre al que ni un solo líder socialista histórico respalda en su locuaz huida hacia adelante.

Había pocas dudas de que Sánchez podía atar su investidura haciendo concesiones a Junts, a ERC, a EH Bildu y al PNV, concesiones que avergüenzan a cualquier demócrata consciente de que la política va más allá de retener el poder a cualquier precio haciendo saltar las costuras del orden constitucional, una tarea a la que el esforzado letrado del Banco de España y ahora experto en exhumaciones aplicó su torpe pluma para tratar de convencernos de que la amnistía es completamente constitucional después de haber sostenido con igual rotundidad lo contrario. Pero han bastado apenas tres meses desde aquel patético 16 de noviembre en que Sánchez salió investido para comprobar que los apaños alcanzados con quienes se jactaron de no respetar el orden constitucional mientras ostentaban la máxima representación del Estado en Cataluña -y nunca han expresado intención alguna de hacerlo en el futuro- iban a resultar muy difíciles de implementar.

Exhumar físicamente a Franco enterrado en noviembre de 1975 ha resultado más sencillo que exhumar políticamente al prófugo huido de España tras declarar la independencia de Cataluña el 27 de octubre  Y la razón es muy simple: la amnistía al prófugo y demás golpistas y terroristas al frente del proceso de secesión choca frontalmente con la Constitución Española y deslegitima las actuaciones de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de España para poner fin a la situación creada cuando el Parlamento de Cataluña aprobó la resolución de declaración de independencia y la puesta en marcha de la Ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República. Resulta simplemente grotesco pensar que el gobierno de España y el Senado se inventaron una situación para justificar la destitución del gobierno de la Generalidad y disolver un Parlamento de Cataluña -controlado por ERC y CDC,  madrastra del PdECat y abuelita de Junts- y que el Tribunal Supremo se inventó unos delitos al margen del Código Penal y condenó arbitrariamente a los líderes secesionistas. No, no fue así y hasta el propio Sánchez recordó que él traería a España al prófugo y lo sentaría en el banquillo. Ahora no vale decir que no hubo delitos. Los hubo, sin ninguna duda, y lo que sí puede hacer el gobierno fue lo que hizo Sánchez en 2022: indultar (pese a los reparos del Tribunal Supremo) a quienes fueron juzgados con todas las garantías y condenados. A nadie puede extrañar que sean tan pocas las personas y los juristas, siempre en el entorno de Sánchez, que defiendan lo indefendible: borrar los delitos y acusar a quienes los detectaron, examinaron y juzgaron.

Las dificultades crecen por doquier para el prófugo y para Sánchez, su rehén cautivo en La Moncloa. La Eurocámara le retiró la inmunidad parlamentaria el 8 de marzo de 2021 y el Tribunal General de la UE ratificó la decisión el 5 de julio de 2023, y su situación está pendiente de que el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) confirme esa decisión. El dictamen elaborado por la Comisión de Venecia sobre la amnistía deja muy claro que si bien “las amnistías están motivadas por razones de reconciliación social y política” deben salvaguardar el imperio de la ley y la seguridad jurídica. La Comisión considera inapropiado recurrir a los procedimientos legislativos acelerados “para adoptar leyes de amnistía, dadas sus consecuencias de largo alcance”, aconseja establecer criterios generales y “acotar y definir de manera más precisa el ámbito material y temporal de aplicación de la amnistía para hacer más previsibles sus efectos”, y recomienda sean aprobadas por “una mayoría cualificada superior a la mayoría absoluta (la mitad más uno)”, como, por cierto, ocurrió con la Ley de Amnistía de 1977. Y subraya, por último, que “se debe confiar al poder judicial la decisión de si personas específicas cumplen los criterios generales”.

Pues bien, la  amnistía aprobada por Sánchez a instancias de los golpistas obtuvo una mayoría exigua, 178 votos a favor y 172 en contra, en el Congreso e incumple el resto de condiciones al haber sido tramitada por el procedimiento de urgencia y no respetar el  imperio de la ley ni proporcionar seguridad jurídica al amnistiar actos (como la malversación de fondos públicos y realización de actos terroristas) genéricos durante un período de tiempo prolongado calificados como delitos en los ordenamientos jurídicos español y europeo. Reynders, no sólo pidió información adicional al gobierno español sobre “el ámbito de aplicación personal, material y temporal de esta ley [de amnistía] prevista”, una acción calificada como insólita por el subdirector de un diario afecto al régimen ‘sanchista’, sino que confirmó hace unos días en respuesta a una pregunta formulada por los eurodiputados de Ciudadanos, que la aplicación de la amnistía quedaría en suspenso hasta que el TJUE “resuelva las cuestiones prejudiciales que le planteen los tribunales nacionales”. Así que si un tribunal español plantea una cuestión prejudicial, como ocurrirá con toda seguridad en el caso de la LOA, la normativa comunitaria “exige suspender el procedimiento pendiente ante el órgano jurisdiccional remitente a la espera de la respuesta del Tribunal de Justicia”, concluye Reynders.

El prófugo puede dar ya por descontado que incluso si el Congreso aprueba la LOA tras su previsible rechazo en el Senado, le quedan bastantes meses por delante en el ‘exilio’, con independencia de los resultados que obtenga su partido en las elecciones autonómicas del 12 de mayo y en las elecciones europeas en junio. Pero lo más interesante es que ese compás de espera abre la puerta a que el TJUE confirme la retirada de su inmunidad como europarlamentario y pueda ser reclamado por la justicia española. Sánchez prometió en el Congreso traerlo a España para juzgarlo y pese a todos los esfuerzos que ha hecho desde entonces para incumplir su promesa, todo apunta a que va a fracasar en su intento de amnistiarlo y propiciar su regreso triunfal a Cataluña para recuperar lo que le fue ilegítimamente arrebatado: la presidencia del gobierno de la Generalidad de Cataluña. Ni las argucias de Sánchez y Bolaños van a permitirle regresar del exilio como un héroe capaz de doblegar al Estado.  

Buena prueba del escaso alcance político y jurídico de los acuerdos alcanzados por el PSOE-PSC con Junts y ERC y el largo y tortuoso recorrido que aguarda a la implementación de la LOA en los tribunales es que el gobierno de Sánchez ha renunciado ya a presentar los Presupuestos Generales del Estado, una iniciativa imprescindible para dar la sensación de que la XV Legislatura tiene recorrido y el gobierno de Sánchez se encuentra en condiciones de abordar los problemas sociales y económicos de los ciudadanos. Y como no se va a implementar la amnistía a corto y medio plazo y se puede dar por agotada antes de iniciarse. La caída de Sánchez es inminente y la mayoría de ciudadanos, bien tengan inclinación socialdemócrata bien de centroderecha, contemplamos con alivio el fracaso del mayor ataque al orden constitucional perpetrado por dos partidos, PSOE y PSC, que han rebajado la política a una lucha descarnada por controlar todas las instancias del Estado con el único propósito de mantenerse en el poder.

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La economía española a paso de tortuga

El INE publicó el 26 de marzo la Nota de prensa y Anexo de Tablas de la Contabilidad Nacional Trimestral (CNTR) con las cifras de las principales macromagnitudes, rentas y empleo del cuarto trimestre de 2023 que revisan las avanzadas en las correspondientes Nota de prensa  y Anexo de tablas, publicadas por el INE el pasado 30 de enero. La verdad es que me ha sorprendido que, en esta ocasión, el INE no haya modificado ninguna tasa de crecimiento (intertrimestral e interanual) del PIB entre el avance de enero y la estimación de finales de marzo, lo que otorga al INE una robustez insólita en el mundo de la estadística de Cuentas Nacionales. Asimismo, me ha sorprendido (es una forma de hablar) la cálida recepción que ha recibido en algunos medios de comunicación la confirmación de que el índice de volumen del PIB (a precios constantes o en términos reales en la jerga macroeconómica) creció 2,51 % en 2023.

Estamos ante apreciaciones claramente alineadas con la valoración reiterada una y otra vez por el presidente Sánchez para resumir gráficamente la situación: “la economía española va como una moto”. El País, por ejemplo, sacaba pecho por el gobierno anunciando que “la economía española creció un 2,5% el año pasado pese a la ralentización europea y las subidas de tipos”, si bien reconocía en tipografía algo más pequeña que el avance en “un 0,6 % en el último trimestre [se obtuvo] gracias a la acumulación de inventarios y el consumo público, según el INE”. El titular de La Vanguardia, por su parte, confirmaba el alza del 2,5 % del PIB en 2023 y recogía la valoración de Cuerpo, ministro de Economía, quien subrayaba que “frente a las predicciones catastrofistas y los relatos sesgados, las cifras son incontestables”. Por no hablar de El Periódico que subraya que el PIB creció cinco veces por encima de la media de la zona euro. ¿De veras va como una moto nuestra economía?

Veamos qué dicen los datos

Las columnas segunda y tercera en el Cuadro 1 muestra las variaciones intertrimestrales e interanuales, respectivamente, de las principales variables macroeconómicas en el cuarto trimestre de 2024 y la última columna la variación anual de los cuatro trimestres de 2023 sobre los de 2022. Como puede observarse, la variación intertrimestral del PIB se situó en 0,58 % y la interanual en 2,02 % para completar un aumento del PIB de 2,51% en los cuatro trimestres de 2023. Hay varios hechos que me gustaría destacar. Primero, la Demanda Nacional en el cuarto trimestres de 2023 creció 2,15 % algo más que el PIB (2,02 %) impulsada por el fuerte crecimiento del Gasto en Consumo de las AA. PP. (4,07 %) y de los Hogares e ISFLSH 2,29 %, siendo la aportación de la Formación Bruta de Capital nula (-0,05 %). El fuerte carácter expansivo del gasto de las AA. PP., 3,76 %. se deja sentir también en el conjunto del año, siendo en este caso, la Formación Bruta de Capital negativa (-0,42 %) y el crecimiento de la Demanda Nacional (1,70%) inferior al del PIB (2,51%).

Cuadro 1. PIB: variaciones intertrimestrales e interanuales T42023 y variación anual 2023

Notas: ISFLSH, Instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares; TE, Territorio Económico; RDM, Resto del Mundo.

Fuente: elaboración propia a partir de la CNTR.

La segunda observación se refiere al papel de la Demanda Externa y dentro de ella el Gasto de no Residentes en el Territorio Económico (GNRTE), o, dicho más coloquialmente, gasto de los turistas extranjeros. Si bien en el T42023 la aportación resultó negativa (-0,13), para el conjunto del año fue positiva y sumó 0,81 puntos porcentuales al PIN, lo que supone 32,27 % del crecimiento del PIB (2,51 %). Destaca dentro de las exportaciones de servicios el fuerte crecimiento interanual del GNRTE tanto en el T42023, 20,77 %, como en el conjunto de 2023, 19,36%. Obviamente, con unas exportaciones de bienes que han decrecido (-1,46 %) y unas importaciones que han decrecido también pero menos (-0,27 %), la aportación positiva del sector exterior obedece exclusivamente al auge del turismo.

Mirando algo más atrás

El Gráfico 1 muestra la variación interanual del PIB desde el cuarto trimestre de 2011 (T42011) hasta el cuarto trimestre de 2023 (T42023). Como puede observarse desde finales de 2013 en que la economía española recobró el pulso, las tasas interanuales de crecimiento fueron superiores e incluso bastante superiores a 2,5 % hasta el segundo trimestre de 2018 en que Sánchez ganó la moción de censura y se convirtió en presidente. Durante sus años como presidente tras ganar las elecciones generales en 2019 y estar en condiciones de aprobar unos presupuestos propios, la tasa de crecimiento registró una profunda caída en el primer semestre de 2020 a causa de la pandemia, a la que siguió una recuperación lenta e irregular. En síntesis, el PIB de la economía española aumentó tan sólo 2,86 % desde el cuarto trimestre de 2019 hasta el cuarto trimestre de 2023, esto es, en cuatro años completos. Ustedes mismos pueden juzgar si la economía española va como una moto o está casi parada.

 Gráfico 1. Variación interanual T42011 a T42023

Fuente: elaboración propia a partir de la CNTR.

Pero no se trata de la única razón que debería llevar al gobierno de Sánchez a ser algo más modesto y no atribuirse méritos que, en el mejor de los casos, no corresponden a la gestión desarrollada por el equipo económico de Sánchez. Como el lector puede comprobar en el Gráfico 2, el gobierno de España recibió 37.037 millones de fondos de la UE entre el segundo semestre de 2021 y octubre de 2023 que según sus propias estimaciones distribuyó en su totalidad. Pues bien, empleando el PIB medio, 1.343.519 millones, de los tres últimos años (2021-2023), la inyección directa de fondos europeos equivale a 2,76 puntos porcentuales del PIB. Como, además, esos fondos tienen efectos indirectos e inducidos en otros sectores de la economía distintos a los que reciben los fondos, la conclusión a que llegamos es que el crecimiento de la economía española durante los últimos cuatro años, 2,86 %, habría sido insignificante o incluso negativo en ausencia de esos fondos, 2,75 % del PIB, a pesar de la fortísima recuperación registrada por las exportaciones turísticas en 2022 y 2023.

Gráfico 2. Entradas y salidas de caja Plan de Recuperación S22021-S22023

Fuente: Plan de Recuperación, transformación y resiliencia. Gobierno de España

https://planderecuperacion.gob.es/noticias/100-mayores-perceptores-fondos-europeos-Next-Generation-EU-recibido-unos-5100-millones-euros-prtr

Hay motos y motocicletas averiadas

Muchos líderes europeos se preguntarán con razón si detrás del mayor crecimiento de la economía española no están los cerca de 40.000 millones que la UE ha regalado al gobierno de España y Sánchez está utilizando para blanquear su pésima gestión de la economía durante la pandemia (véase mi libro “Covid-19: la Gran Decepción” publicado en 2023) y su mediocre gestión de la postpandemia, fondos europeo quiero recordar obtenidos pidiendo dinero prestado en los mercados cuya devolución tendrán que afrontar todos los países europeos solidariamente. Se suponía, además, que esos fondos Nueva Generación UE iban a destinarse a fortalecer la economía española con inversiones que la hicieran más resiliente y competitiva, pero como hemos visto en el Cuadro 1, la Formación Bruta de Capital disminuyó 0,46 % en 2023 y las exportaciones de bienes cayeron 1,46 %. En lugar de ello, están estimulando el crecimiento del gasto corriente de las AA. PP. incluso con fines electorales.

Puede incluso afirmarse que la llegada de los fondos europeos no ha servido siquiera para acelerar la reducción del déficit público no financiero que, según la IGAE, se situó en 53.159 millones en 2023, equivalente a 3,64% del PIB. Seguimos, por tanto, incumpliendo el criterio de déficit excesivo de la UE (véase mi artículo “Las nuevas ‘reglas’ fiscales de la UE: un mal acuerdo”, Consejeros, enero 2024), y acumulando deuda pública para mayor gloria de un gobierno empeñando en gastar más y aumentar las cotizaciones sociales y los impuestos a las menguantes clases medias. La conclusión a que llegamos es que la economía española ha registrado desde finales de 2019 un crecimiento muy escaso, pese a las favorables circunstancias creadas por el elevado crecimiento del turismo en 2022 y 2023 y la llegada de fondos europeos a partir del segundo semestre de 2021. Poco, por no decir nada, de lo conseguido cabe atribuirlo a la gestión del equipo económico del gobierno de Sánchez.

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12-M: elecciones en Cataluña

La celebración de los diputados de ERC y Junts en la puerta del Congreso el 14 de marzo tras aprobarse la ley ‘integral’ de amnistía por una ajustada mayoría (178-172) no fue sino una breve pausa en la pelea de ambas formaciones por conquistar el menguado espacio electoral que respaldó el proceso secesionista liderado por la coalición de ambos partidos (Junts pel Sí) en 2016 y 2017. El panorama actual poco tiene que ver con el del otoño de 2015 y buena prueba de ello es que Aragonès anunciara un día antes la aprobación de la ley de amnistía la celebración de elecciones anticipadas el próximo 12 de mayo (12.M). La razón esgrimida fue el rechazo de los presupuestos de la Generalidad para 2024 en una votación en la que los  31 diputados de Junts, votaron junto a los 11 de Vox, los 9 de la CUP, los 8 de ECP 8, los 6 de C’s 6 y los 3 del PP. A los 33 de ERC y a los 33 diputados del PSC sólo se sumó una diputada de Junts que abandonó la disciplina del partido hace unos meses.

ERC y Junts enfrentados

Las discrepancias personales y tácticas de los líderes de ambos partidos sobre el camino a seguir, una vez consumada la destitución del gobierno de la Generalidad y la disolución del Parlamento el 27-O de 2017, se agravaron tras la fuga del expresidente a Bélgica pocas horas después Ni el gobierno presidido por Torra, el hombre elegido a dedo por el prófugo para representarle en Cataluña, tras las elecciones celebradas dos meses después, ni el gobierno presidido en funciones por Aragonés tras la inhabilitación de Torra, ni el gobierno de coalición formado tras las elecciones de 2021 permitieron recomponer la entente entre ambas formaciones y acordar un programa común para alcanzar el objetivo prioritario compartido por ambas: la independencia. Prueba cabal de la falta de entendimiento entre ambas formaciones es que Aragonés, tras muchos tiras y aflojas, acabó por destituir a todos los consejeros de Junts y se lanzó a gobernar en solitario en septiembre de 2022. Funcionó durante algunos meses hasta el pasado 12 de marzo.

Se ha especulado si Aragonés se ha decidido a dar este paso para pillar con el pie cambiado a Junts que esperaba que las elecciones catalanas se convocarían una vez aplicada la amnistía de modo que el prófugo podría regresar a Cataluña sin riesgo de ser detenido para ser de nuevo el candidato de Junts a presidir el gobierno de la Generalidad, un honor que a su juicio le corresponde por derecho propio al considerar ilegítima su destitución en 2017. Más plausible encuentro achacar la decisión de Aragonés a que una vez tumbados los presupuestos considerara improductivo prorrogar unos meses más su gobierno habida cuenta que la inestabilidad del gobierno de Sánchez hace inviable alcanzar acuerdos de calado sobre el principal asunto que ERC considera prioritario ahora: establecer un sistema de financiación singular para Cataluña que permita al gobierno de la Generalidad recaudar todos los impuestos generados en su territorio. Sin visos de poder exhibir el premio gordo antes de las elecciones de poco iba a servirle prorrogar unos meses la legislatura.

Recuperar lo que me fue ilegítimamente arrebatado

El proceso de negociación y la aprobación de la ley de amnistía han dado alas al prófugo que ha tardado apenas una semana en comparecer ante los medios para anunciar exultante su candidatura a presidir el gobierno de la Generalitat y recuperar el honor que le fue arrebatado ilegítimamente el 27-O. El prófugo dejó también muy claro que vuelve no para seguir hablando de pactos de financiación con el Estado represor. ni para normalizar la vida institucional, política y social Cataluña, como reza el título de la Ley Orgánica de Amnistía, sino para retomar el proceso secesionista en el punto donde quedó abortado por la aplicación del artículo 155 y llevarlo a su lógica conclusión: la realización de un referéndum de autodeterminación puro y duro, sin subterfugios. Esta posición me recuerda las palabras que pronunció el expresidente Pujol durante el coloquio celebrado tras presentar el informe “La cuestión catalana, hoy” en el Circle de Economía de Barcelona en 2014: el tiempo de mejorar la financiación ha expirado, nos dijo.

Más allá de una llamada a la unidad de todos los independentistas (bajo su liderazgo, claro está) de cara a la galería, las andanadas que ha mandado a ERC son auténticas cargas de profundidad. El pecado que descalifica a los republicanos para continuar liderando el movimiento secesionista es haber aceptado ser detenidos, juzgados y encarcelados, una vergonzante sumisión a las instituciones del Estado opresor que los descalifica para conducir al pueblo catalán a la independencia. La tibia actitud de ERC contrasta con su rechazo frontal a someterse a semejante humillación y tomar el duro pero ‘digno’ camino del exilio, hasta doblegar al Estado y obligar al gobierno de Sánchez a negociar directamente con Junts la ley de amnistía en el extranjero, una ley que, como se encargó de recordar en su comparecencia, los líderes del PSOE de Sánchez consideraban rotundamente inconstitucional hasta hace pocos meses. No cabe duda de que puede sentirse orgulloso de haber doblegado a Sánchez, a Illa, a tantos ministros (Calviño, Calvo, Marlaska, Campos, etc.) y líderes del partido (Lastra, Patxi, etc.) a tragarse sus palabras y hacer concesiones que ningún gobernante respetuoso con el Estado de derecho habría hecho.

¿Habrá vuelco electoral?

¿Volverá a ser presidente el prófugo? Tendremos que esperar hasta el 12-M para contestar la pregunta. De momento, sólo cabe hacer algunas conjeturas a partir de los resultados del último barómetro publicado por el Centre d’Estudis de Opinió (CEO). El barómetro fue completado entre el 9 de febrero y el 7 de marzo de 2024 por lo que se puede afirmar con bastante seguridad que el efecto de la aprobación de la LOA estaba ya más que descontado, como suelen decir los analistas financieros cuando se concreta un hecho anticipado. A falta de conocer el efecto que puedan tener la confirmación de la candidatura del prófugo y la dura campaña electoral que se avecina, los resultados en el Gráfico 1 indican que no habrá vuelco electoral el 12-M.

Gráfico 1. Estimación de escaños y horquillas de los principales partidos

Mucho tendrían que cambiar las cosas para que se produzca un vuelco que permita al prófugo recuperar la presidencia sin contar con ERC. Y de ser así, la probabilidad de reeditar el gobierno de coalición con ERC, como ocurriera ya en 2016, resulta casi despreciable, si como los resultados del barómetro apuntan ERC y PSC podrían rondar la mayoría absoluta el 12-M. Ahora bien, la posibilidad de que se constituya un gobierno de coalición entre ERC y PSC, o incluso un gobierno tripartito que incluyera también a ECP, dejaría a Junts fuera de juego y podría llevar al prófugo a no respaldar los PGE de Sánchez en el Congreso el próximo otoño, y quién sabe si incluso a dejar caer el gobierno absteniéndose en una hipotética moción de censura. Así podría dejar claro a sus electores que él lidera la única fuerza política que sabe a dónde quiere llevar a su ‘pueblo’ y no pacta a cambio de más recursos y más autonomía. Migajas, al fin y al cabo.

La única conclusión que cabe extraer de la Operación Exhumación II pilotada por Sánchez, Bolaños y Cerdán es que le han hecho un flaco servicio a Illa al devolver a la vida política a quien era ya prácticamente un cadáver viviente en Bruselas, máxime después de que la Eurocámara y el Tribunal General de la UE acordaran retirarle la inmunidad parlamentaria. Al candidato del PSC, acorralado entre las demandas de los secesionistas con los que tendría que pactar para gobernar en caso de ganar las elecciones el 12-M, como ocurriera ya en 2003 y 2007, y las dudas que planean sobre los millonarios contratos concedidos cuando era ministro de Sanidad durante la pandemia, la campaña electoral se le va a hacer muy, muy larga. La presencia de Sánchez en Cataluña sólo servirá para recordar al electorado el decisivo papel que ha jugado el PSOE en la resurrección política del prófugo de la justicia.

Ahí tiene el PP una buena oportunidad para comenzar a rehacer el partido en Cataluña, tras la debacle sufrida a partir del momento en que Sánchez-Camacho decidió convertirlo en la muleta de Más entre 2010 y 2012. Si sus líderes nacionales y autonómicos no titubean y son capaces de trasladar a los catalanes que rechazan la independencia, 51 % según el barómetro del CEO, un proyecto atractivo y realista, libre de los peligros que entraña una reedición de los gobiernos tripartitos (PSC, ERC,r ICV-EUiA, 2003-2010) que fueron la antesala del auge del secesionismo, el PP podría atraer a votantes desencantados con el PSC y Ciudadanos, un partido al que el barómetro deja fuera del Parlamento de Cataluña. Por ello, resulta harto llamativa la escasa atención que Feijóo ha prestado a reforzar su partido en Cataluña hasta el momento y la parálisis en que está sumido por las dudas sobre quién será el candidato el 12-M. La situación del constitucionalismo en Cataluña (con tan sólo 20 diputados en la pasada legislatura) es tan preocupante que  PP y C’s deberían ser capaces de acordar un programa común y sumar fuerzas en lugar de concurrir separados, algo que las últimas noticias publicadas indican no va a suceder.

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Miente el notario menor del reino

Bolaños, ministro de Justicia y Notario Mayor del Reino compareció ante los medios de comunicación el 7 de marzo en el patio del Congreso para anunciar la buena nueva: amnistía habemos, gracia a la cuál Sánchez podrá alargar unos meses su estancia en La Moncloa. La Proposición de Ley Orgánica de Amnistía (PLOA) fue registrada por el grupo socialista (PSOE-PSC) en el Congreso el 13 de noviembre pasado, en vísperas de la investidura de Sánchez, tal y como exigía Junts para contar con el voto favorable de los 7 diputados en tan infausto trance. Aunque redactada por representantes del PSOE-PSC, Junts y ERC alalimón en Bruselas, Ginebra, Barcelona y Madrid, la Proposición no superó la primera prueba el 30 de enero en el Congreso y tuvo que pasar por el departamento de cirugía plástica para asegurar que ningún delincuente procesista pueda ser acusado de traición y terrorismo y llevado ante los tribunales. Ultimado el engendro legal, Bolaños se felicitaba a sí mismo como artífice principal de la hazaña y es que para este sujeto abolir los delitos de quienes cuestionan nuestro Estado de Derecho constituye un logro histórico.

En efecto, esta ley viene a borrar los delitos cometidos entre el 1 de noviembre de 2011 y el 13 de noviembre de 2023 por quienes utilizaron las instituciones de autogobierno de Cataluña para organizar y financiar un golpe de estado que se consumó con la aprobación en el Parlamento el 27 de octubre de 2017 de una resolución que daba por constituida la república catalana independiente e instaba al gobierno de la Generalidad a adoptar las medidas necesarias para hacerla efectiva, así como de todos los ciudadanos que incurrieron en delitos contemplados en el ordenamiento jurídico relacionados directa o indirectamente con el proceso independentista entre esas dos fechas. La Proposición tramitada por la vía de urgencia y enmendada a última hora para satisfacer las exigencias de Junts resultó aprobada en el pleno extraordinario celebrado en el Congreso el 14 de marzo con 178 votos a favor y 172, una mayoría ramplona que pone en evidencia la falta de consenso entre los representantes de los ciudadanos españoles sobre la idoneidad de la norma.

Flaco servicio hacen Sánchez y Bolaños a nuestro Estado social y democrático de Derecho al comparar la Ley Orgánica de Amnistía aprobada el 14 de marzo con la Ley de Amnistía  aprobada el 15 de octubre de 1977 que recibió un respaldo casi unánime del Congreso: 296 votos a favor, 18 abstenciones y 2 votos en contra. La comparación ofende no sólo por la diferencia en el respaldo alcanzado. El propósito de la Ley de Amnistía de 1977 era borrar algunos actos tipificados como delitos por el ordenamiento franquista, por lo que situarlos en el mismo plano con los tipificados en la LOA se están equiparando las instituciones configuradas por la Constitución de 1978 con las del Estado franquista, y se están asimilando las decisiones adoptadas por los tres poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, para atajar el golpe de Estado y juzgar los delitos perpetrados durante el proceso secesionista en Cataluña con las del gobierno y tribunales de la dictadura. En suma, un auténtico dislate que socava los fundamentos de nuestro Estado de Derecho, deslegitima la labor de nuestras instituciones democráticas durante 14 años y premia a los delincuentes.

Para justificar la aprobación de esta ley ‘histórica’, un tenso y nervioso Bolaños apeló en su comparecencia a otros dos argumentos: la perfecta constitucionalidad y adecuación al derecho europeo de la LOA y su papel como instrumento para restablecer la normalidad institucional, política y social en Cataluña. En relación con el primero, la novedad añadida por el notario menor del reino a las deslavazadas justificaciones recogidas en el Preámbulo de la propia LOA es que el borrador filtrado del dictamen que estaba preparando la Comisión de Venecia “avala la ley de amnistía”, una afirmación gratuita puesto que la Comisión ni siquiera conocía en ese momento el texto enmendado y finalmente aprobado en el Congreso. Aludió también Bolaños a que el citado borrador da cuenta de que 54 países en Europa han permitido amnistías, incluidos 12 países que en sus constituciones no mencionan expresamente la posibilidad de otorgarlas, eludiendo referirse a la naturaleza, momento y alcance de estas amnistías como se sugiere en el borrador de la Comisión.

¿Qué cabe decir al respecto? Conviene, antes de seguir, aclarar que la Comisión no había publicado ningún documento en ese momento, salvo la traducción al inglés de la PLOA antes de ser enmendada y votada. En cuanto al fondo del asunto, lo primero es negar la mayor: la Comisión no avala la constitucionalidad de la Ley Orgánica de Amnistía entre otras cosas porque, como apunta la propia Comisión, esa no es su función. Sí podría decirse que la Comisión avala la utilización de este mecanismo en términos genéricos “por razones de reconciliación social y política” siempre que se empleen métodos y procedimientos coherentes. ¿Ha sido así en el caso de la LOA? No lo parece, puesto que la propia Comisión apunta que la PLOA “ha provocado una profunda y virulenta división en la clase política, en las instituciones, en el poder judicial, en el mundo académico y en la sociedad de España”, y aconseja a todas las autoridades tomarse “el tiempo necesario para entablar un diálogo significativo”, desaconsejando en todo caso utilizar procedimientos acelerados para aprobar normas de esta naturaleza. Notario Mayor: no engañe al personal. El dictamen final de la Comisión conocido el 15 de marzo vuelve a poner el foco en las deficiencias ya comentadas y en ningún caso puede considerarse, como dijo Bolaños, que avala una ley redactada a instancias del prófugo, tramitada por la vía de urgencia, que plantea dudas sobre su “ámbito material y temporal de aplicación” y no cuenta con el respaldo de una mayoría amplia en el Congreso.

En cuanto al segundo argumento, a saber, que la aprobación de la LOA permitirá, como el bálsamo de Mirabrás, dejar atrás la confrontación vivida en Cataluña entre el 1 de noviembre de 2011 (por utilizar la fecha inicial de aplicación de la amnistía) y el 13 de noviembre de 2023 (víspera de la investidura de Sánchez) y recuperar la normalidad política, institucional y social, lo mejor que puede decirse es que estamos ante una pretensión más bien ilusoria. Mientras Patxi tronante afirmaba que con esta ley “acaba el tiempo de la confrontación” y “España, lejos de romperla, la unimos y vertebramos”, las alborozadas portavoces de Junts y ERC avisaban a los socialistas que la amnistía no era un punto de llegada sino de partida hacia la autodeterminación e independencia. No lo duden, este será el principal reclamo de ambos partidos en las elecciones autonómicas convocadas por Aragonés nada más aprobarse la LOA. De momento, Sánchez se ha quedado en cueros y ha tenido que renunciar a negociar los Presupuestos Generales del Estado con ambas fuerzas políticas.

Mal cumple Bolaños con sus funciones de Notario Mayor al dar por ciertos hechos que son patentemente falsos o presentar como tales esperanzas ilusorias que los líderes de Junts y ERC han tirado por tierra nada más aprobarse la LOA. Uno no puede dejar de preguntarse cómo se reparten los beneficios y costes de la negociación del PSOE-PSC con Junts y ERC que ha culminado en esta ignominiosa LOA. Empecemos por los ganadores. Los partidos del prófugo y Junqueras han logrado la amnistía ‘integral’ como exigían y pueden dar gracias a Sánchez (no lo harán) por haberles sacado del pozo en que se encontraban. Mucho más exiguos son los beneficios que va a cosechar el PSOE de Sánchez: prolongar unos semanas o meses más su agonía. En cuanto a los perdedores, hay pocas dudas: todos los ciudadanos que, pese a todas las miserias políticas, seguimos reivindicando la concordia como instrumento político, la concordia que posibilitó la tras la muerte de Franco la Transición y su legado el Estado social y democrático de Derecho, hoy puesto en tela de juicio por la amnistía impulsada por un gobernante irresponsable.

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